Catherine Samary//
La “geopolítica” de los Estados Unidos de Trump será la de “MAGA” – Make America Great Again – según una lógica con una predominante a la que llaman “aislacionista”. ¿Cuál será el lugar de Ucrania y de la guerra que la está destruyendo?
A diferencia de otras guerras de las que Estados Unidos tuvo que retirarse, la guerra en Ucrania no es percibida en Estados Unidos como «su» guerra. Trump no está «concernido» por los «valores» hipócritamente planteados por Biden para «ayudar» a Ucrania (a la vez que le prohíbe apuntar a los sitios militares rusos desde donde parten los misiles que golpean la infraestructura y la población ucraniana).
A Trump tampoco le importa en lo más mínimo criticar el doble lenguaje de su predecesor al confrontar estos «valores» con la política genocida de Israel. El racismo de Trump, que planea prohibir los vuelos que traen a Estados Unidos a poblaciones de países árabe-musulmanes, solo puede reforzar su política prosionista.
Los intereses materiales de los Estados Unidos primero
Son los intereses materiales percibidos como positivos para su país los que cuentan a sus ojos. Ni siquiera las relaciones de connivencia con Putin y la penetración de la esfera trumpista por parte de la mafia y los servicios de seguridad rusos implican ninguna certeza.
En definitiva, no hay evidencia de una “nueva guerra fría” ni la de ninguna amistad inquebrantable (como dicen los chinos, no sin hipocresía) respecto a Rusia. Además de que la financiación de la OTAN por parte de los Estados Unidos trumpistas no está asegurada, la ayuda a Ucrania no forma parte de ninguna «obligación» político-moral para Trump y la población que lo apoya.
Un necesario internacionalismo desde abajo
Si la ayuda de los Estados Unidos disminuye o se detiene, esto subraya lo importantes que son las tareas de un internacionalismo de abajo en relación con las asociaciones progresistas ucranianas, urgentes y esenciales. Porque de una forma u otra, la resistencia ucraniana contra el gran poder ruso continuará, incluso a través de una guerra de guerrillas permanente después de un «alto el fuego» forzado. Por una sencilla razón: la guerra es ante todo una agresión de Rusia contra Ucrania, negando su existencia nacional e independiente. Esta es su naturaleza fundamental, y no un «proxy» de la geopolítica.
La ayuda recibida de las grandes potencias es limitada, fluctuante según quien gobierne, y siempre “condicionada” a intereses que no son los de una Ucrania independiente y democrática. Por ello nuestra solidaridad implica en primer lugar una vigilancia, hecha concreta y posible por nuestra independencia de todos «nuestros» gobiernos, para que ninguna ayuda esté condicionada por políticas neoliberales. Del mismo modo, nuestras y nuestros camaradas ucranianos, dentro de la resistencia contra la guerra, vigilan cualquier concesión “neoliberal” del poder Zelensky a cambio de la ayuda occidental.
Una solidaridad concreta
Por eso estamos totalmente de acuerdo con nuestras y nuestros compañeros de la izquierda ucraniana y a su lado: sus declaraciones y acciones desde la invasión rusa expresan una lucha en varios frentes. Se dirige al gobierno ucraniano con total independencia crítica, para subrayar, como lo hace O. Kyselov, que “la fuerza principal” del país contra la agresión rusa “es interna”. Sus llamamientos subrayan -para que la resistencia sea eficaz contra la agresión- la importancia de una transparencia igualitaria de las condiciones de movilización.
Frente a «nuestros» gobiernos, cuyas políticas reaccionarias no dejamos de combatir, debemos apoyarnos en las presiones «político-morales» a favor de la resistencia ucraniana a una guerra de agresión para difundir, con nuestras y nuestros camaradas ucranianos, demandas concretas: la cancelación de la deuda ucraniana; la acogida de todas las personas ucranianas; y ante las incertidumbres de la ayuda de Estados Unidos a Ucrania, el envío a este país de ayuda material, militar y financiera que le permita enfrentarse a los misiles rusos y al invierno, cuando la mitad de sus infraestructuras energéticas han sido bombardeadas. Los vínculos directos con las organizaciones progresistas, políticas, sindicales y feministas de la resistencia ucraniana se han establecido desde el comienzo de la guerra a través de redes solidarias. Las tareas de un internacionalismo desde abajo son más esenciales que nunca.
14/11/2024
Semanario L’Anticapitaliste – 729 (14/11/2024)