Patrick Le Tréhondat *//
La nueva aventura del plan Trump, un plan ruso escrito bajo bandera estadounidense, asusta a las capitales europeas tímidas desde el comienzo de la guerra a gran escala en su apoyo deliberadamente limitado a la resistencia de Ucrania y asustadas por el matón de la Casa Blanca.
Detrás de la cortina de humo diplomático de Ginebra, lo que se pide es la capitulación incondicional. No sabemos en este momento cuál es el futuro de esta puñalada que, si funcionara, sería un nuevo drama histórico para Ucrania y resultaría igualmente cara para Europa.
Por su parte, el poder de Kiev, desestabilizado por un caso de corrupción que ha roto el bloque presidencial, está vacilando y busca una salida. Sin abandonar la lucha contra el enemigo ruso. El frente resiste y el ejército de dronistas sigue golpeando la economía de guerra rusa, prohibiéndose golpear objetivos civiles. Sin embargo, tras sus intentos en julio pasado de atacar a los organismos anticorrupción, NABU y SAP, a los que habían respondido manifestaciones masivas en todo el país, este nuevo caso debilitó a Zelensky y a su clan. Ante la presión, el presidente destituyó al ministro de Energía y Justicia, pero se negó a que sus diputados destituyeran a Andriy Yermak, todopoderoso jefe de la administración presidencial, también acusado (detestado por la inmensa mayoría de la población, Yermak ha tenido que dimitir el 28 de noviembre después de que su vivienda fuera registrada por agentes anticorrupción ndt).
El hecho de que el ministro de Energía esté involucrado en un caso de corrupción de 100 millones de dólares suscita una gran indignación en la opinión pública sujeta a cortes de electricidad diarios que pueden durar hasta dieciséis horas o incluso veinticuatro horas. Las y los ucranianos consultan todos los días el programa de cortes anunciados en su ciudad para organizar una vida cotidiana difícil (especialmente con generadores o baterías externas pero que son de eficacia limitada).
Simbólicamente, en el mismo momento en que se supo de esta malversación de fondos públicos por parte del Ministerio de Energía, los habitantes de Zaporijjia se reunieron cerca de la administración regional y luego bloquearon una carretera, para exigir cortes de electricidad más justos, compartiendo la sensación de que los privilegiados estaban escapando a ellos.
La cuestión de la equidad en la “carga energética” debido a los bombardeos rusos ya ha provocado protestas en otras ciudades. Por su parte, la confederación sindical KVPU anunció al mismo tiempo que “aunque ya estamos en la segunda quincena de noviembre, los empleados de la empresa pública Lvivvugol, cuyas unidades de producción albergan importantes secciones del Sindicato Independiente de Mineros de Ucrania (IPMU-KVPU), solo recibieron el 57% de su salario de octubre. El retraso en el pago de los salarios provoca una ola de indignación entre las y los trabajadores. Se acerca el invierno y el dinero que ganan los menores es absolutamente esencial para ellos y sus familias”.
El año pasado, fueron varios meses de salarios no pagados los que llevaron a los mineros de Lviv a manifestarse frente al Ministerio de Energía. El sindicato de mineros KVPU había destacado entonces que “los salarios impagados no solo agravaban las dificultades financieras de las familias mineras, sino que también afectaban negativamente al estado moral y psicológico de los empleados y aumentaban las tensiones sociales en los equipos de producción y en la región, y privaban de la posibilidad de ayudar a más de 800 empleados de la empresa que están en las fuerzas armadas ucranianas y a los que [los mineros] proporcionan todo lo necesario (municiones, drones, coches, etc.)”.
El sindicato destacaba claramente que la política antisocial del gobierno debilitaba al frente y a sus combatientes obreras y obreros que luchan contra el imperialismo ruso, privándolos de la ayuda material que los sindicatos brindan constantemente a las y los trabajadores en uniforme.
Una situación desastrosa que lamentablemente también se verifica en el sector de la salud, aunque vital para un país en guerra. En las columnas de Soutien à l’Ukraine résistante/Apoyo a la Ucrania resistente, damos regularmente la palabra al sindicato del personal sanitario ucraniano Sed como nosotras y nosotros, que da testimonio de los dramáticos daños causados por la “optimización” neoliberal a marchas forzadas, sin descanso desde el 24 de febrero de 2022, de los hospitales. Cierre de hospitales y despidos de personal que afectan, además de a la población civil, a la atención prestada a las y los soldados heridos.
Esta organización sindical, que defiende los derechos sociales del personal sanitario, en particular de quienes participan en el frente, ofrece alternativas al actual modo de gestión capitalista del sistema sanitario. Plantea la necesidad del control de las y los trabajadores con batas blancas sobre la organización del sistema de salud. Sobre el problema de las primas a las que tienen derecho las enfermeras (especialmente aquellas que arriesgan sus vidas muy cerca del frente) y que se les niega, el sindicato explica que su cálculo transparente y justo solo es posible si se establecen mecanismos de control reales, y en los que el convenio colectivo desempeñaría un papel clave… Es en este documento donde deben inscribirse claramente los derechos del colectivo [de trabajo] a recibir informes sobre la financiación, la distribución de los fondos y las modalidades de pago de las primas.
“Gestionar y controlar los hospitales es posible”, nos declaraba en estas columnas Oksana Slobodiana, presidenta del sindicato independiente. Este deseo de control y de hacerse cargo de sus propios asuntos es profundo en la sociedad ucraniana desde Maidan, pero más aún desde el 24 de febrero de 2022, fecha de la agresión a gran escala del país con la amplia y espontánea movilización del pueblo ucraniano que hizo fracasar al agresor ruso. Como explicó una enfermera: “Tenemos a Maidan en la sangre”. Un análisis que se ha revelado justo unos meses antes de las manifestaciones de julio.
Lejos de los cenáculos diplomáticos, de las fanfarronadas de los líderes europeos y de los siniestros arrebatos capituladores de los “campistas” de izquierda, la resistencia ucraniana saca su fuerza de esta movilización popular permanente que lucha en dos frentes: contra el imperialismo ruso y contra un sistema oligárquico codicioso que atiborra a una minoría de poseedores a costa del pueblo y que agota la resistencia. “Solo una organización masiva y la solidaridad permitirán ganar la guerra y garantizar una reconstrucción justa después de ella. La historia muestra que todas las transformaciones sociales importantes se obtuvieron por la lucha que proviene de abajo, y no de arriba ”, recuerda la organización socialista Sotsialnyi Rukh.
Contra viento y marea, Ucrania resiste. Perturba el juego mundial de las principales potencias imperialistas (Estados Unidos, Federación de Rusia, China). Es una piedra en sus zapatos de la que no consiguen librarse. Al contrario de lo que piensa Trump, no es cierto que Ucrania no tenga cartas en sus manos. Seguramente no las del lacayo, sino la de un pueblo movilizado por su soberanía, la defensa de sus logros democráticos y de sus derechos sociales y políticos y, en definitiva, de su derecho a la existencia.
Martes 2 de diciembre de 2025
* Patrick Le Tréhondat es miembro de las Brigadas Editoriales de Solidaridad y del Comité Francés del RESU.
Editorial de la revista Soutien à l’Ukraine résistante número 44
https://www.syllepse.net/syllepse_images/soutien-a—lukraine-re–sistante–n-deg-44.pdf
Traducción: Satorzulogorria
