- Tasa de Ganancia y sobreproducción, entre el huevo y la gallina
Rolando Astarita[1] trata de analizar, de manera diferenciada, dos fenómenos que se acostumbra a estudiar conjuntamente, como una expresión uno del otro, sin analizarse si uno es causa del otro y en qué dirección. En particular si se puede recurrir, o no, o en qué modo y medida, a la Ley Tendencial Decreciente de la Tasa de Ganancia, cuál es el papel de la sobreproducción y, de haberlo, cuál sería la conexión entre sí y con las crisis.
Recurre a los textos originales de Marx, que dejan abierta la manera en que la LTDTG guarda una relación con las crisis, para defender que no hay una conexión, al menos, directa.
Admitiendo las leyes de acumulación capitalista, Rolando Astarita, señala que la LTDTG no tiene una relación inmediata con crisis periódicas o inmediatas, sino que marca un horizonte limitante del desarrollo capitalista en sí.
Se pregunta sobre la relación causal, si es crisis-sobreproducción o sobreproducción-crisis. Frente a otras interpretaciones Astarita opta por la segunda secuenciación, esto es, la sobreproducción es la causa de la crisis. En definitiva, la sobreproducción antecede a la crisis de los mercados. No se trata de una crisis de subconsumo, subacumulación o subinversión, sino que la producción supera a la demanda, cuanto menos en algún sector clave. Atribuye este fenómeno a las crisis de 1847 o de 2007-2009. Habría precedido un abarrotamiento en los mercados previo al desenlace de la crisis posterior.
Astarita, a pesar de ciertas lecturas posibles en contra, estima que no es la tasa de ganancia la que orienta la acumulación, y no comparte la interpretación que profesa la siguiente secuencia explicativa “a) con el progreso de la acumulación capitalista aumenta la COC; b) la tasa de plusvalía aumenta (por aumento de la plusvalía relativa); c) a largo plazo el aumento de la COC prevalece sobre el aumento de la tasa de plusvalía, y la tasa de ganancia cae; d) el acicate de la acumulación es la tasa de ganancia; e) por lo tanto, a medida que cae la tasa de ganancia se debilita la acumulación (o la inversión)”.
En su razonamiento, no aceptaría que un descenso de la tasa de ganancia frene la acumulación, con la consiguiente caída de la demanda, y tras eso, se dé la sobreproducción, con ello la crisis, cierre de empresas, aumento del desempleo y caída de los salarios, dando pie a un nuevo ciclo. En esta explicación, a largo plazo, la acumulación sencillamente tendría crecientes dificultades a “reemprender un ciclo ascendente”, por esa tendencia a la caída de la tasa de ganancia. En cambio, para Astarita, la observación ofrece un panorama de reactivación recurrente y creciente del proceso de acumulación, y dicha interpretación habitual acabaría coincidiendo con las lecturas keynesianas, que achacan a la debilidad de la inversión las crisis, fruto de la caída de la eficiencia marginal del capital y la “eutanasia del rentista”.
Su interpretación estriba en que es la sobreacumulación la que precede siempre a las crisis. Algo con lo que estamos conforme. Pero lo hace disociando la sobreacumulación de la orientación de la tasa de ganancia. Cabe otra explicación, y es que un fenómeno y otro devienen expresión de una misma situación estructural, son fenómenos conjuntos, asociados o, cuanto menos, correlacionados, lo que no equivale a afirmar que sean sincrónicos.
Viene a decir que, si hay una tendencia a la caída de la tasa de ganancia, entonces el vigor de la acumulación se agotaría. Rolando Astarita parece no tener en cuenta las contratendencias de esta ley, la dinámica de ciclos, ni, desde luego, la necesidad de darle una explicación multicausal, además de no mecánica. Al negarla, y situarla como un simple límite estructural en el horizonte, por otro lado, no deja de coincidir con las lecturas postkeynesianas y neorricardianas, que vienen a compartir, casualmente, que la tasa de beneficio equivale a una resultante del nivel de inversión de los capitalistas –como afirmaría Michal Kalecki (1956)-, un indicador, si acaso, descriptivo a posteriori, y que, a lo sumo, la tasa de beneficio es un elemento limitante, pero no explicativo.
- Tasa de ganancia ¿multicausalidad de la dinámica del capital?
Estamos conformes en que la LTDTG no puede interpretarse como un fenómeno explicativo monocausal, como haría, por ejemplo, Michael Roberts. Cabe entenderlo como el resultado de inercias asociadas al ciclo de reproducción ampliada del capital. Ahora, también, responde a dinámicas de factores que tienen un comportamiento propio, influidos por factores sociales, políticos y económicos, sean endógenos al proceso de acumulación o exógenos, por influir en el marco estructural que le da cuerpo y pauta.
En este sentido, la LTDTG debe entenderse en su amplitud. No son pocos los autores, entre ellos A.Shaikh (1990), que concluyen que la acumulación puede ascender al mismo tiempo que la tasa de ganancia desciende, porque la acumulación no depende exclusivamente de la tasa de ganancia sino, entre otros factores, de la masa de ganancia. De hecho, al menos durante un tiempo, la tasa puede estar descendiendo y la masa aún mantener una tendencia ascendente. La tasa de ganancia no solo acaba siendo expresión de otros factores con sus propias dinámicas internas (composición orgánica del capital, tasa de plusvalor, ambas afectadas por la dinámica de la lucha de clases, la evolución de la productividad, la competencia y la amplitud de los mercados), sino que no comporta causa inmediata de la crisis, sino un indicador adelantado, que requiere de confirmación con el retroceso de la masa de ganancia, y que conjuntamente conforman los estímulos de la acumulación capitalista, si bien sujetos a múltiples restricciones adicionales –luchas de clases, expectativas, competencia, la orientación de las políticas públicas, limitaciones naturales, guerras, etc.-.
En este sentido, en efecto, la caída de la tasa de beneficio puede venir acompañada de un recrudecimiento de la competencia, y, durante un tiempo, sostenerse un crecimiento de la acumulación asociado a un ascenso de la masa de ganancia. Pronto o más tarde surgirá una crisis de realización, de sobreproducción y sobreacumulación, con la tasa de ganancia desde antes en niveles inferiores.
Se pregunta Astarita que, de producirse un desestímulo con la caída de la tasa de ganancia, no habría nuevos ciclos. Esto supone ignorar que en ese periodo se habrá destruido capital, quedando por definir el estado de la tasa de explotación. Los primeros factores suelen permitir la recuperación de la tasa de ganancia, mientras que hay otros que dependen del resultado de las relaciones de fuerzas, así como factores sociopolíticos e históricos.
Otro interrogante del que advierte Astarita es acerca de qué nivel de caída de la tasa de ganancia supone un obstáculo a la acumulación. Como hemos afirmado, no es el único factor, hay factores de tendencia de esta tasa de ganancia, pero también lo es la masa de ganancia, que apunta bien Astarita. La masa de ganancia puede sostenerse creciente durante un tiempo, aparte de que depende de la posición de la economía en el sistema-mundo, así como de factores contextuales, la evolución de los mercados o la disponibilidad barata de materias primas o del factor trabajo, las políticas públicas, las relaciones económicas con otras economías, las tensiones políticas o geostratégicas, entre otras. Como bien refiere Astarita, la sobreacumulación de capital o, a nuestro juicio, el lugar central o periférico, puede permitir una extracción del excedente mundial diferenciado, con una incidencia diferencial de la crisis en los diversos países y regiones, también la sobreacumulación de capital financiero puede facilitar a algunos segmentos del capital acaparar bienes y aliviar los efectos de las crisis, al mismo tiempo que permite afrontar el nuevo ciclo en condiciones mejores que los competidores, mientras otros se ven desposeídos y sufren el ciclo con mayor profundidad. Es, en suma, una cuestión de tendencia que debe ser debidamente contextualizada.
- Disonancias empíricas sobre la tasa de ganancia y las crisis periódicas
Astarita sostiene que no se observa empíricamente una caída de la tasa de ganancia, por aumento de la COC, en los años previos a las crisis, al menos durante los últimos 100 años. Según los datos recabados por Gouverneur y Roelandts (2023) dicha afirmación choca bastante, como puede apreciarse en el gráfico, en virtud de la cual entre los años 1929-1932, 1943-1945, 1965 y 1982 hubo una caída intensa, al menos en EEUU, así como entre 1996-2001, 2004-2007, o 2019-2021, posiblemente no solo por razones internas a la dinámica de la reproducción ampliada del capital, pero en gran medida por esta.
Fuente: Gouverneur, J. y Roelandts, M. (2023)
https://www.capitalism-and-crisis.info/es/Bienvenido/Nuevo
En el periodo estudiado, eso sí, la composición orgánica del capital incidió menos en la tasa de ganancia que la tasa de plusvalor, lo que resulta un claro indicador material del retroceso de la fuerza estructural del movimiento obrero desde los años 80. La acumulación creciente del periodo, aunque fuese con niveles de crecimiento inferiores a la posguerra mundial, es compatible con una ampliación de los mercados, especialmente hacia el Este tras la caída del Muro, con el efecto anabolizante temporal desde los 90 de la financiarización y el ascenso de la deuda, y el aumento de la masa de ganancia.
No entendemos por qué toma de referencia la evolución de la tasa de ganancia entre 1940 y 1975. Parece pasar por alto la elevación de la tasa de ganancia en el periodo bélico, aunque luego revertido por el mismo. Esto debe explicarse por fenómenos sociopolíticos en el contexto de la conflagración y la lucha interimperialista, que luego darán pie a las condiciones de la acumulación en espiral posterior. Tomar esa franja temporal enrarece la conclusión del periodo. No sabemos de dónde obtiene que la tasa de ganancia decayó en el periodo de posguerra en su conjunto, pues la tasa de ganancia creció con fuerza desde 1955, con una evolución neta ascendente muy fuerte, y no invirtió su tendencia hasta 1966.
Roberts, para un grupo de países más amplio, también centrales, el G-20, arroja una información análoga. Si bien, este último incide en una caída del nivel porcentual absoluto más intensa.
Fuente: Michael Roberts (2022). https://thenextrecession.wordpress.com/2022/01/22/a-world-rate-of-profit-important-new-evidence/
Cabe plantearse si a lo que refiere es a la evolución porcentual absoluta de la tasa de ganancia, y no al cambio relativo, su tasa de evolución. En cualquier caso, sí hay correlación con el cambio relativo y parece que, en el largo plazo, una tasa de ganancia de nivel inferior propicia crisis más frecuentes y profundas. No obstante, Astarita niega que haya una tendencia decreciente de la tasa de ganancia previa a las crisis, como fenómeno general, cuestión que no se observa para la crisis de los 70, ni tampoco para las posteriores, aunque es cierto que, para los cálculos de los primeros autores señalados, Gouverneur y Roelandts, el nivel de la tasa de ganancia se habría recuperado ampliamente en la segunda década de los 2000.
- La tasa de beneficio efectivo
Aquí sería pertinente retomar a Shaikh, que fija la atención en la tasa de beneficio efectivo, o, como a veces llama, de las empresas. Este indicador resta a la tasa de beneficio general el coste financiero. Aquí está la explicación que confirmaría la relevancia de este indicador, siguiendo a Shaikh.
Esto puede confirmarse, por ejemplo, para el caso de la economía española. En las crisis conocidas del periodo entre 1997-2022, la tasa de beneficio efectivo, examinado con los indicadores proxy de rentabilidad ordinaria del activo neto de las sociedades no financieras menos los costes financieros, nos arrojaría una clara tendencia: precede, y a veces se profundiza, la caída de la tasa de ganancia, analizada desde este punto de vista, a las crisis económicas.
Fuente: Elaboración propia a partir del Banco de España. R1: Rentabilidad ordinaria del Activo neto.
Para responder a las preguntas sobre si la caída de la tasa de ganancia ha tenido lugar en algún momento, hay que recurrir a su observación, no a interpretaciones especulativas.
En cuanto al interrogante sobre si ha aumentado la masa de trabajadores a escala mundial, no cabe duda, aunque el ascenso de la fuerza de trabajo dependiente adopte formas más complejas (no solo asalariada, sino también falsos autónomos, trabajo informal, etcétera). En cuanto a si ha habido mayor rebeldía obrera, hubo un retroceso, que solo cabe explicarse por razones políticas, organizativos e ideológicas, no mecánicas. Pero esta cuestión, sería materia de una discusión monográfica que aquí no cabe.
Fuente: Elaboración propia a partir de Organización Internacional del Trabajo. World Employment and Social Outlook. Trends 2024
- Un economicismo aceleracionista, convergente con lecturas convencionales.
Astarita, no admite la tesis estancacionista, salvo en lo que, como límite a largo plazo, la ley de la tasa de ganancia comporta. Parece desprenderse de los ciclos que se describen en el curso del capitalismo.
Lo hace, sorprendentemente, con una interpretación que viene contradiciendo su lectura habitual: la cuestión de los monopolios. Esta tesis, recuperada por Varoufakis (2024) con su tesis del tecnofeudalismo, vendría a sostener que la ausencia de competencia permitiría una imposición de precios por parte de las grandes corporaciones oligopólicas. Curiosamente, esta interpretación colisiona con la teoría del valor, que acostumbra a defender el economista argentino. Coincide con la perspectiva schumpeteriana (1996) más pesimista –el fin del capitalismo por los monopolios y burocracias-, y también con el más optimista –que se ampara en el progreso de la innovación tecnológica, la destrucción creadora, y las posibilidades de ascenso de la productividad-. En ese horizonte la masa de ganancia absoluta compensa, para esos capitales privados supervivientes, el descenso de la tasa de ganancia. Esta lectura sorprende por su coincidencia con autores que Astarita ha criticado justa (Sweezy, Baran) o injustamente (Mandel). Aunque Astarita valora la hipótesis de que un aumento de los salarios propicie la crisis –como habría explicado en su día James O’Connor en La Crisis Fiscal del Estado, la considera, por otra parte, descartable en la práctica.
Parece que Astarita asume el teorema de Okishio, frente a Marx. Espera que las inversiones tecnológicas, frente a una caída de la tasa de ganancia, la haga aumentar. Cabe recordar que el aumento de la composición orgánica del capital debe estudiarse a escala macroeconómica y no particular, porque lo que es cierto para una empresa concreta, que dichas innovaciones incrementan la productividad y la ganancia particular, no tiene por qué serlo, y de hecho no lo es, a escala general.
También se pregunta que, habiendo un aumento de la productividad, cómo la tasa de ganancia pueda caer, sin tomar en cuenta que estos aumentos tienden a estancarse, por lo menos desde hace 20 años. Astarita admite que puede haber un aumento del capital constante por obrero, pero observa que el aumento de la composición orgánica del capital obedece a la producción de bienes más complejos con medios de producción más sofisticados. En este sentido, observa que siguen produciéndose mejoras en la productividad, sin registrar que su ganancia es cada vez más exigua según las evidencias empíricas y que tienden al estancamiento.
Fuente: Elaboración propia a partir de las Estadísticas del Banco Mundial.
La interpretación de Astarita trata de sostener ese orden causal sobreproducción-crisis, dejando como horizonte histórico limitante a la LTDTG. Para ello, implícitamente, sitúa como motor inmóvil a la competencia –marcando una tendencia al monopolio- y polarizando el debate con otra versión, también mecanicista, que explica todo el movimiento del capital por la tasa de ganancia.
Astarita entra en una argumentación desconcertante. A partir de aquí, señala que la LTDTG marca simplemente el límite al capital, que es el capital mismo, porque su plena automatización generará una respuesta revolucionaria de la clase trabajadora desplazada. Rezuma resonancias al pensamiento postmoderno del inmaterialismo italiano. Una plena automatización que resulta muy difícil de concebir. Ignora que, incluso en los modelos industriales más tecnologizados, la fuerza del trabajo sigue jugando un papel clave en el diseño, mantenimiento, operacionalidad, reparación de los procesos técnicos –siempre semiautomáticos- y en la adaptación de los productos a la demanda final. La fuerza del trabajo sigue y seguirá generando el valor, y aunque la semiautomatización modificará drásticamente la organización del trabajo y la sectorialización del empleo, posiblemente influyendo mucho en la implantación de cierto capitalismo de vigilancia, no parece realista una sustitución del empleo por capital en términos absolutos, aunque sí se produzca de manera relativa.
A este respecto, Astarita cae en cierta escatología, porque piensa que la revolución será fruto de los excesos del capital en su automatización, y que la clase trabajadora no responderá hasta que se vea expulsada del trabajo, como una reacción de última instancia, a la que solo cabe esperar espontáneamente, sin plantear que ninguna respuesta se producirá sin planteamientos políticos, y que estos no tienen que aguardar a una suerte de aceleracionismo capitalista llevada hasta sus últimos términos. Desde luego no bastará con que caiga la tasa de ganancia, para ese escenario revolucionario, tampoco se producirá espontáneamente con el desarrollo de una suerte de ultracapitalismo tecnológico.
- No hay unilateralidad causal, ni mecanicismo. Necesitamos a los sujetos y la política conscientes de las contradicciones y crisis recurrentes del sistema.
En relación con la conexión entre tasa de ganancia y acumulación, nosotros consideramos que resultan dinámicas conectadas, pero ni automáticas ni sincrónicas, pues la evolución de la acumulación responde con varios periodos de retraso y depende de más variables, entre otros, la evolución de la masa de ganancia, factores sociopolíticos y factores endógenos.
Rolando Astaríta, sin embargo, plantea otro razonamiento, opuesto al habitual. La tasa de ganancia, en su caída acelera la acumulación, en vez de reducirla. Señala que se debe al impulso de la competencia propiciada por la caída de la tasa de ganancia, que presiona a una mayor inversión por parte de cada capitalista.
Esto no tiene sentido alguno, al menos de manera general. En efecto, la caída de la tasa de ganancia recrudece de la competencia. En algunos sectores algún capital puede arriesgarse con alguna innovación que sustituya algún factor más caro por otro más barato, sean capital o trabajo, o con alguna estrategia de acaparamiento de mercados, pero, en general, cuando los sectores andan saturados, cuentan con un margen más estrecho, y encontrar una innovación disruptiva que brinde nuevas ventajas absolutas y alta rentabilidad no es frecuente. Esta mayor rivalidad no se libra aumentando las inversiones, sino racionalizando costes de producción, laborales o, si acaso, presionando políticamente a un descenso de otros costes, que dependen de los poderes públicos o del sistema bancario: los costes fiscales o financieros. En suma, la caída de la tasa de ganancia suele coincidir durante un tiempo con el ascenso de la acumulación, hasta que se retrae la masa de ganancia, y es ahí cuando la crisis se desencadena, siendo un indicador adelantado, y uno de los principales que explican la crisis que poco tiempo después se desarrollará.
En nuestra opinión, una lectura más afortunada y explicativa sería aquella que relaciona el proceso de acumulación y el de la lógica de la ganancia, que reconoce que acumulación y tasa de ganancia están vinculados, pero no guardan una relación automática ni sincrónica, habiendo, por otra parte, múltiples factores que también inciden en su evolución. Desde luego, no únicamente la evolución de la composición orgánica del capital, como algunos autores que solo comprenden a la competencia como el factor inmóvil del desarrollo capitalista y su explicación de las crisis, que no sería más que otra versión monocausal del marxismo, en la que no hay historia, luchas de clases, geopolítica ni biosfera, sino mera competencia y evolución ultratecnológica.
En definitiva, resulta factible dar cuenta que la acumulación y la tasa de ganancia siguen una estela común, fruto de la lógica del capital, la mercancía y un conjunto complejo de factores internos y externos. Que el capitalismo, con contradicciones internas en su lógica, aboca a crisis recurrentes, que estas están anticipadas por una caída periódica de la tasa de ganancia, en particular siguiendo el indicador de la tasa de beneficio efectiva, sin que produzca inmediatamente una crisis. El proceso de acumulación se estira debido a las inercias a una mayor masa de ganancia, que en periodos sucesivos se agotan, y que culminan en una nueva crisis.
Las crisis desarrollan contradicciones, y colisiones mayores entre las clases que pueden servir para la aparición de movimientos en respuesta al sufrimiento, susceptibles de ser organizados políticamente, con una nueva orientación. Esos periodos críticos no son los únicos en que puede realizarse tal trabajo político, pues en la prosperidad suele producirse un mayor encuadramiento en los sindicatos, pero las crisis también resultan claves porque ponen de manifiesto la ilegitimidad e incapacidad del sistema. Confiarlo todo a un aceleracionismo capitalista, comporta una interpretación pasiva del cambio y es una forma de mecanicismo donde los sujetos están ausentes, trasladando un mensaje de impotencia.
- Bibliografía.
Astarita (2024) “Las crisis cíclicas y la LTDTG”. https://rolandoastarita.blog/2024/11/01/las-crisis-ciclicas-y-la-ltdtg/
Governeur, J. y Roelandts M. (2023) “Capitalismo & Crisis económicas”. https://www.capitalism-and-crisis.info/es/Bienvenido/Nuevo
Kalecki, M.(1956) Teoría de la dinámica económica: ensayo sobre los movimientos cíclicos y a largo plazo de la economía capitalista, Fondo de Cultura Económica, México.
Mandel, E. (2023) El capitalismo tardío. Viento Sur, Sylone y Verso.
Shaikh, A. (1990) Valor, Acumulación y Crisis: Ensayos de Economía Política, Tercer Mundo Editores, Bogotá, Colombia.
Schumpeter, J.A. (1996) Capitalismo, socialismo y democracia I. Ediciones Folio, Barcelona.
Varoufakis (2023) Tecnofeudalismo: el sigiloso sucesor del capitalismo. Ariel, Barcelona.
Fuente: