Movimiento Social /Sotsialnyi Rukh //
Las políticas depredadoras del recién elegido presidente de los Estados Unidos hacen imposible establecer una paz duradera para las y los ucranianos. La negativa de Ucrania a firmar el acuerdo de extracción de minerales, diseñado para servir a los intereses del capital estadounidense, demuestra la determinación del país de evitar la dependencia colonial. Esto abre la puerta a explorar un modelo más equitativo de relaciones entre Ucrania y los Estados de Europa, Asia y el resto del mundo bajo la bandera de la resistencia a la dominación imperialista. Sin embargo, si el enfoque político actual persiste, Ucrania corre el riesgo de enfrentarse a una reducción inminente o incluso a un cese completo de la ayuda militar de los Estados Unidos.
Esta ayuda nunca ha sido oportuna ni suficiente. Sin embargo, su terminación se sentiría profundamente.
Si el Estado ucraniano está decidido a mantener el esfuerzo militar hasta la liberación de sus territorios o la derrota decisiva del agresor, debe adoptar los métodos apropiados. En nuestra opinión, la defensa de Ucrania podría fortalecerse haciendo la transición a una política de «socialismo de guerra», que implicaría movilizar capital suficiente para servir al Estado a través de confiscaciones y el abandono de la regulación económica basada en el mercado. Tal política, combinada con la redistribución de la riqueza, reduciría la carga de la guerra que recae desproporcionadamente en los segmentos más pobres de la sociedad ucraniana.
La comunidad europea ya ha respondido a las declaraciones de Trump ampliando los presupuestos de defensa y aumentando la ayuda militar a Ucrania. Vale la pena señalar que desde la invasión a gran escala, el gobierno ha tomado medidas significativas para fortalecer nuestras propias capacidades de defensa, anclar localmente la producción occidental, relanzar los programas de misiles y ampliar su propio programa de drones. Sin embargo, Ucrania todavía tiene un potencial sustancial para movilizar recursos internos.
El Movimiento Social (Sotsialnyi Rukh) ha enfatizado durante mucho tiempo la necesidad de estas medidas, pero ahora son fundamentales para la capacidad de Ucrania para defenderse. El principal obstáculo para movilizar recursos de manera efectiva es la política neoliberal, que prioriza la propiedad privada por encima de todo, fomenta la especulación y permite que los particulares acumulen riqueza. Mientras las ciudades ucranianas permanezcan ocupadas y el agresor ruso conserve las capacidades ofensivas, todos los sectores de la economía deben funcionar de manera coordinada, maximizando su contribución al esfuerzo de defensa.
La mayoría de los recursos financieros deben concentrarse en manos del Estado e invertirse en el sector de la defensa, mientras que el capital privado debe estar sujeto a impuestos progresivos para aumentar el presupuesto estatal. El fortalecimiento de la defensa es inseparable de la inversión a gran escala en la esfera social: crear empleos (especialmente en sectores de infraestructuras críticas), mejorar el sector de los cuidados para permitir que más mujeres ingresen en el mercado laboral y aumentar el acceso a los servicios sociales como la atención sanitaria, la vivienda temporal y la rehabilitación. Estas medidas también podrían igualmente contribuir a hacer volver a los ciudadanos del extranjero.
Además, es esencial mejorar las garantías sociales para los miembros del servicio militar, especialmente los que defienden a Ucrania desde 2022.
La singularidad de la situación de Ucrania radica en el hecho de que el desmantelamiento del capitalismo oligárquico se ha vuelto más posible que nunca en el contexto de una guerra a gran escala y está legitimado por la sociedad. En primer lugar, una parte significativa de los servicios públicos esenciales, que determinan la resiliencia de Ucrania, ya son proporcionados por empresas estatales (ferrocarriles, servicios postales, atención médica, educación, bancos). En segundo lugar, numerosas empresas (principalmente las conectadas a oligarcas rusos) han sido nacionalizadas, y la proporción del PIB redistribuido a través del presupuesto ha aumentado. En tercer lugar, los oligarcas ucranianos ya han perdido parte de su riqueza y palancas de control, sometiéndose cada vez más a la influencia del poder estatal.
– Una auditoría de los recursos naturales y la tierra para determinar sus propietarios y los beneficios públicos derivados de su uso. La transparencia en el control de la riqueza nacional no es necesaria para el comercio apresurado de estos recursos, sino para comprender la base sobre la que es posible el crecimiento de la prosperidad general. Esto motivará a la gente a luchar más eficazmente por su patria y sus perspectivas sociales.
– Es preciso establecer el control estatal sobre las empresas en sectores estratégicos de la economía y establecer la producción en masa para las necesidades de las poblaciones que se encuentran en primera línea. La industria debe operar en interés de la defensa, no seguir las fluctuaciones del mercado. Devolver objetos de infraestructura crítica a la propiedad estatal. El acceso a los bienes básicos no debería convertirse en un negocio para los oligarcas o en un medio para desviar las ayudas estatales a los bolsillos de los monopolistas. Mantener el DTEK [Sociedad de carburante y de energía del Donbass-ndt] en manos de Rinat Akhmetov o de las empresas energéticas regionales en manos de Vadym Novynskyi es un acto injustificado de caridad estatal a favor de los oligarcas.
– Revisar los resultados del saqueo de la privatización. Las empresas compradas por unas migajas deben ser devueltas al Estado, o la diferencia entre el precio de compra y el valor real de mercado debe ser compensada. En primer lugar, bajo el control estatal deben estar las empresas de las industrias minera, de construcción de maquinaria y química que son críticas para garantizar la defensa. Basta de sacar dinero de las subvenciones, ¡que los oligarcas paguen!.
– Denunciar cualquier acuerdo sobre la evitación de la doble imposición con Chipre, las Islas Vírgenes y otras jurisdicciones offshores. El valor añadido creado por el uso de los recursos naturales, la infraestructura y la mano de obra ucranianos debe gravarse aquí y solo aquí.
– Introducción de una fiscalidad progresiva y un impuesto al lujo. La defensa del país se basa en el heroísmo y los sacrificios de las y los campesinos, trabajadores y pequeñas empresas ucranianos. Para preservar el país, los más ricos deben sacrificar sus fortunas, en proporción a la influencia que tenían antes de la guerra: la tasa impositiva máxima debería alcanzar el 90% de los ingresos. Sin activismo fiscal, Ucrania caerá en una trampa de deuda insuperable (para 2025, la deuda externa puede acercarse al 100 % del PIB).
– Establecer el control de las y los trabajadores en las empresas como una herramienta eficaz para la auditoría interna y una forma de sociedad autoorganizada. Desde los primeros días de la guerra hasta el presente, el país ha estado acompañado de escándalos de corrupción relacionados con el desvío de fondos. El control continuo de los sindicatos y los consejos de trabajadores es la clave para una mayor transparencia en las acciones de las y los dirigentes y la prevención de la corrupción. Puede ser posible sobornar a personas individuales, pero es imposible sobornar a todo un colectivo. La concesión de poderes de control efectivos a los sindicatos servirá como incentivo para el desarrollo de un verdadero movimiento obrero.
– Abandonar la práctica anterior de subfinanciar la educación y la ciencia. La naturaleza altamente tecnológica de la guerra moderna hace que el papel de las y los ingenieros y trabajadores calificados sea tan importante como el de los soldados. Es solo la inercia educativa de la era anterior, combinada con la amplia alfabetización técnica de la población ucraniana, lo que ha hecho posible el diseño, la producción y el dominio de numerosas herramientas técnicas modernas que nos dan una ventaja en el campo de batalla. Ya no podemos confiar en la inercia de épocas pasadas. Ayer se necesitaban inversiones significativas en educación y ciencia. Sin el desarrollo del sector social, Ucrania se enfrenta a una emigración masiva y a una crisis demográfica que impedirá la reposición de pérdidas humanas.
– Monopolio estatal sobre las exportaciones. En 2024, la exportación de productos agrícolas alcanzó un récord de 24.500 millones de dólares, aunque las ganancias continúan beneficiando a los bolsillos privados.
– Revisión de las relaciones con Europa con respecto al destino de los activos rusos. Al librarse de los vestigios de la influencia oligárquica, Ucrania se curará de la corrupción, lo que hará posible tener una discusión de fondo sobre la transferencia de activos rusos congelados para las necesidades ucranianas. Actualmente, aproximadamente 200 mil millones de dólares de los 300 mil millones de dólares de activos de origen ruso se encuentran en países europeos.
– Elevar el prestigio social del personal militar. La reconstitución del presupuesto estatal permitirá el pago de una compensación financiera justa a las y los soldados heridos que deseen regresar al servicio. Es esencial restaurar la práctica de mantener el salario promedio de los trabajadores movilizados, lo que garantizará que las Fuerzas Armadas de Ucrania tengan el potencial de personal necesario.
La puesta en práctica de estas medidas es imposible sin una ruptura entre el liderazgo del país, las grandes empresas y sus agentes de influencia. Si incluso algunas de estas medidas se implementan, aumentarán la confianza pública en el gobierno. Las verdaderas garantías de la seguridad de Ucrania radican en el fortalecimiento de los lazos sociales internos. Por otro lado, los demás países no nos ayudarán hasta que demostremos nuestra voluntad de priorizar los intereses de defensa sobre los intereses del mercado. Y en el año 34 de su independencia, Ucrania tendrá que aprender a vivir sin oligarcas y capitalistas. Si bien Ucrania todavía tiene importantes recursos financieros, industriales y humanos, no avanzar hacia su socialización sería un gran error.
Ahora el gobierno ucraniano tiene una oportunidad única de mostrar, en la práctica, lo que está dispuesto a sacrificar: el país o los oligarcas. Si ponemos fin al caos neoliberal que profundiza la brecha entre ricos y pobres, ¡uniremos a la gente y nos convertiremos en una fuerza unificadora de estatura global! Si reconstruimos la economía sobre principios orientados socialmente, ¡soportaremos la lucha y sentaremos una base sólida para la reconstrucción!
¡Los millones de los oligarcas, para el bienestar y la defensa! ¡Por una Ucrania sin oligarcas y ocupantes!
3 de marzo de 2024
Traducción: Faustino Eguberri