satorzulo gorria

En la Facultad de Derecho de Leioa de la EHU ha dado clases un hombre que llama a las mujeres que apoyan el derecho al aborto y amenaza con lapidarnos, que ensalza a Franco y difunde todo tipo de mensajes fascistas. Cientos de estudiantes tuvieron que movilizarse para suspender sus clases. Sin embargo, una vez más, la universidad, que no hizo nada hasta que estallaron las protestas estudiantiles, condenó los métodos y medios de la protesta estudiantil..

En esta época de creciente miseria, también se difunden las ideas reaccionarias. El odio y el miedo se están extendiendo, incluso entre los jóvenes. “El último en llegar maricón”, “No creo que hoy haya tantos ataques machistas”, “Sucio imbécil”, se escuchan con demasiada frecuencia en muchos grupos juveniles; Quienes trabajamos en educación o con jóvenes lo sabemos bien. Junto a estos mensajes, el miedo a ser señalado, el terror a ser señalado y rechazado, el espectro de la soledad, la necesidad de seguir al líder. violencia.

En esta situación, la única opción es organizarse y luchar contra el fascismo. No basta con no ser fascista; Hay que afrontar el fascismo y es hora de estar alerta. De nada sirve decir qué valores ilustrados y democráticos tiene la universidad, si se contratan profesores que cuestionan esos valores y se firman acuerdos que los violan. No podemos olvidar que el curso pasado, si no fuera por las protestas de varios estudiantes y profesores, el rectorado de la EHU habría puesto en marcha la Cátedra de Ciberseguridad en colaboración con los sionistas. O que hace unos años, hasta que los estudiantes se organizaron y lo presionaron, otro profesor que mostró violentamente su pene a varios estudiantes siguió dando clases en la Facultad de Arquitectura..

Se suele escuchar que las instituciones educativas, y especialmente la universidad, deberían centrarse en los valores de la razón y el conocimiento. Pero las libertades políticas y la libertad de expresión no pueden utilizarse como excusa para dar cabida a todas las ideas; porque no se debe dejar lugar a quienes señalan, ignoran y oprimen a los grupos más vulnerables y a determinados sectores de la sociedad. De hecho, los centros educativos deberían ser un pilar para frenar la ola de ideas reaccionarias. Además de cerrar las puertas a los fascistas, deberían tener un espacio para que la generación más joven comprenda las razones y la importancia de hacerlo. Deberían enfrentar la realidad, darles las herramientas para comprenderla y tener un lugar para educar a los estudiantes en la solidaridad de clase..