Paul Martial//

Abdel Hamid Dbeibah, Primer Ministro de Libia. © Wikimedia Commons
La responsabilidad del Primer Ministro en desencadenar los conflictos entre milicias para proteger su red de corrupción ha suscitado la reprobación popular.
Hace un mes resonaron las detonaciones de armas automáticas y artillería pesada en Trípoli, la capital de Libia, poniendo fin a la ilusión de una estabilización del país.
Abdel Ghani Al-Kikli, líder del Stability Support Apparatus (SSA, Estructura de Apoyo a la Estabilidad) -una de las milicias oficialmente integradas en el Gobierno de Unidad Nacional (GUN) de Dbeibah- fue asesinado en la sede de la Brigada 444, otro grupo armado que aprovechó inmediatamente para atacar las posiciones del SSA, provocando la huida de la mayoría de los combatientes.
Conflicto entre clanes mafiosos
Dbeibah afirmaba que a partir de ahora el tiempo de las milicias había quedado resuelto. En el proceso, intentó atacar a las Fuerzas Especiales de Disuasión, a menudo llamadas Fuerza Rada, un grupo salafista que hacía el papel de brazo armado de Njeem, acusado por la CPI (Corte Penal Internacional) de crímenes de lesa humanidad. Es arrestado en Italia y luego liberado y exfiltrado en Libia con la bendición del gobierno de Meloni.
No solo la brigada 444 no logró derrotar a la Fuerza Rada, sino que este ataque debilitó en gran medida al GUN, ya que la mitad de sus miembros dimitieron y, sobre todo, las milicias de la ciudad de Zaouïa apoyaron a la Fuerza Rada.
Estos enfrentamientos entre milicias dan testimonio de la voluntad de Dbeibah de obtener un poder absoluto como su rival el general Haftar, que con sus hijos controla con mano de hierro la parte oriental del país. Dbeibah, empresario de Misrata, hizo su fortuna gracias a las buenas relaciones que su clan familiar mantenía con Muammar Gaddafi. Su llegada al poder en 2021 estaba ligada a la organización de elecciones que debían celebrarse en un plazo de ocho meses.
Cuatro años después todavía no hay elecciones. Dbeibah, por su parte, no perdió el tiempo consolidando su red de corrupción en fuerte competencia con Al-Kikli, demostrando ser mucho más eficiente en el despojo de los recursos estatales alimentados por el maná petrolero.
Una pobreza en aumento
Tras el alto el fuego firmado entre las dos milicias, reina de nuevo una calma precaria en la capital libia. Pero estos enfrentamientos han exacerbado el descontento de la población. Se organizaron manifestaciones en varios barrios de Trípoli. Estas últimas convergieron hacia la plaza de los mártires reuniendo a más de 4.000 personas. Estas movilizaciones continuaron los días siguientes a pesar de la represión. Se han coreado consignas contra Dbeibah y a favor de la unificación del país.
Si las élites políticas y militares se alían o se enfrentan para desviar las riquezas del Estado, la situación de la gente se deteriora enormemente. Mohamed El Hajoui, el ministro de Economía del GUN, indica que casi el 40% de la población libia se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Los enfrentamientos entre milicias tuvieron al menos el mérito de revelar el rechazo de los líderes por gran parte de la población.
Semanario L’Anticapitaliste – 758 (12/05/2025)
Traducción: Faustino Eguberri