Babak Kia//

Desde el 1 de junio de 2025, cerca de 450 000 personas afganas han abandonado el territorio iraní. Esta estimación dada por el Observatorio Internacional de las Migraciones (OIM) impresiona. A escala de todo el año 2025, este número asciende a 906 326 personas según la agencia de la ONU.
A finales de mayo, la República Islámica había dado de plazo “hasta el 6 de julio” a los “cuatro millones de personas afganas ilegales” para abandonar Irán. Cabe señalar que la gran mayoría de esas personas refugiadas que viven en Irán no tienen documentos de identidad válidos, pero contrariamente a lo que afirman las autoridades, las expulsiones no solo afectan a las y los llamados migrantes “ilegales».
El odio como política
Las y los refugiados afganos son expulsados por la República Islámica, que lleva a cabo una campaña de odio contra ellos.
Numerosos informes indican que entre las personas expulsadas se encontraban personas con pasaportes o permisos de residencia válidos. Muchas de ellas incluso nacieron en Irán y solo tienen padres afganos. Son despojadas antes de ser expulsadas. Según los vídeos difundidos, los agentes del régimen detienen a las y los afganos y exigen primero sobornos antes de enviarlos por la fuerza a campos de internamiento para su expulsión. Si una persona migrante no tiene dinero, se le obliga violentamente a subir a los camiones y es enviada al campo de internamiento.
Las fuerzas del orden del régimen han anunciado que a partir de ahora estaba prohibido el alquiler de cualquier propiedad inmobiliaria a las y los migrantes afganos. En caso de violación, los contratos afectados se invalidarían, los bienes se sellarían y confiscarían.
Para otras personas, el régimen de Teherán ha decidido bloquear su tarjeta de crédito para acelerar la “remigración”.
Las y los afganos, chivos expiatorios
Desde el advenimiento de la República Islámica, las y los afganos siempre han sido chivos expiatorios. El régimen de Teherán siempre ha utilizado el arma del racismo para ocultar sus propias responsabilidades en la desastrosa situación que atraviesa Irán. En la actualidad, estas medidas forman parte de la estrategia deliberada de la República Islámica para desviar la atención de las crisis internas, en particular la corrupción, la hiperinflación, el desempleo y el colapso económico.
La República Islámica utiliza los medios de comunicación estatales y las redes sociales para intensificar su política antiafgana. Si se produce una violación o un asesinato, los medios de comunicación lo atribuyen a los afganos, sin ninguna investigación. Los medios de comunicación estatales asocian la escasez de agua, electricidad, pero también el alto precio del pan con la presencia de personas refugiadas afganas.
Pero la realidad es muy diferente. La incompetencia y la corrupción de los líderes de la República Islámica se traducen en la incapacidad del poder para proporcionar agua, electricidad y servicios básicos a la población.
Medida de desviación del descontento del régimen
Tras la agresión israelí-estadounidense, la República Islámica intensificó las expulsiones de personas afganas.
El humillante fracaso del régimen de Teherán en materia de inteligencia y seguridad frente a la CIA y el Mossad durante la agresión israelí-estadounidense se ha convertido en un nuevo pretexto para justificar la represión contra los inmigrantes afganos. Queriendo enmascarar el fracaso en materia de inteligencia, las agencias de seguridad y mantenimiento de la ley de la República Islámica llevaron a cabo dos políticas simultáneamente.
En primer lugar, la intensificación de la represión contra las y los activistas políticos, civiles, sindicales, culturales y sociales, acusados de ser “espías del Mossad”. En segundo lugar, la intensificación de la presión sobre las y los inmigrantes y refugiados afganos y su expulsión masiva, también acusados de “colaboración con Israel”.
Afganistán, país hundido
Las condiciones de vida de las y los afganos en Irán son dramáticas. Los trabajadores y trabajadoras afganos se encuentran entre los más explotados de Irán. Siempre han sido perseguidos, privados de derechos y humillados. La privación de la seguridad social y los servicios sociales, la privación de viviendas en muchas provincias, la detención arbitraria y la expulsión violenta tras la detención, los juicios rápidos y las ejecuciones sumarias son solo una pequeña parte del sufrimiento infligido a las y los refugiados afganos.
Las y los refugiados afganos en Irán han huido de un país que ha estado en guerra desde la invasión soviética de 1979. Un país hundido por las intervenciones imperialistas estadounidenses, por la interferencia pakistaní y saudí, por el oscurantismo religioso de los talibanes, la segregación hacia las mujeres, por la pobreza y la miseria.
Una gran parte de las y los jóvenes afganos presentes en Irán nunca han conocido Afganistán. Las jóvenes afganas escolarizadas en Irán son ahora expulsadas masivamente y devueltas al régimen talibán. Al igual que sus padres, que han trabajado en Irán durante décadas, todas estas personas deberían ser considerados iraníes y tener los mismos derechos.
Respuesta sindical contra la injusticia
En este contexto, la Unión Libre de Trabajadores Iraníes y el sindicato Vahed (trabajadores del transporte público de Teherán y los suburbios) han emitido dos comunicados contra la política racista de la República Islámica. Estas posturas de redes activistas muy valoradas son importantes. Estas declaraciones se producen unos días después de que una carta pública firmada por más de 1300 activistas, artistas y periodistas condenara el trato infligido a las y los migrantes afganos. En su carta, las y los firmantes subrayan que el silencio frente a las acciones del poder puede convertir a ciudadanas y ciudadanos comunes en cómplices de la injusticia.
La República Islámica no es solo una dictadura capitalista reaccionaria, sino también un Estado estructuralmente racista y misógino. Es urgente reforzar la palabra de quienes luchan en Irán por la justicia social, la igualdad y la democracia.
Semanario L’Anticapitaliste – 763 (17/07/2025)
Traducción: A. Modela
