Domingo 6 de julio de 2025, por Daniel Tanuro///

Putin se frota las manos porque los monstruosos crímenes genocidas de Netanyahu y compañía contra el pueblo palestino tienden a eclipsar los crímenes apenas menos monstruosos que comete contra el pueblo ucraniano… con la evidente complicidad de Donald Trump.
¿Por qué Trump apoya a Putin? Porque su proyecto estratégico consiste en salvar la hegemonía estadounidense utilizando la superioridad militar yanqui para dictar a Rusia y China las condiciones de un reparto del mundo entre potencias: despóticos en el interior, imperialistas en el exterior. Mutatis mutandis, este proyecto es comparable al que Hitler acariciaba antes de la entrada de Estados Unidos en la guerra, cuando contemplaba un reparto del mundo entre Berlín, Tokio y Washington.
En este proyecto, Israel es más que nunca el perro guardián del imperialismo estadounidense en Oriente Medio. Por lo tanto, Trump le permite todo a Netanyahu, o casi todo. Su relación con Putin es más contradictoria: es la relación de un Capo con el líder de una mafia rival, con quien quiere delimitar los respectivos territorios. De ahí un cierto número de zig-zags. Pero se trata de asociación y complicidad entre bandidos, no hay duda al respecto.
Lavrov, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, afirmó hace unos meses que Israel perseguía en Gaza los mismos objetivos que Rusia en Ucrania: “desnazificación y desmilitarización”. Hay que ser ciego y sordo, en efecto, para no ver que el desafío político fundamental es el mismo en Ucrania y Palestina (¡y en otros lugares!): el derecho de los pueblos a existir y a determinar por sí mismos su destino frente al talón de hierro de las lógicas de aplastamiento colonial y supremacista.
No es casualidad que Trump y la mayor parte de la extrema derecha internacional apoyen tanto a Netanyahu como a Putin (¡y que estos se apoyen mutuamente, entre bastidores!). La victoria de estos dos criminales sin escrúpulos sería para los aspirantes a déspotas de todo el mundo un tremendo estímulo para establecer regímenes autoritarios, fascistoides o fascistas en todas partes. Con todo lo que eso implica de racismo, machismo, negacionismo y oscurantismo.
Es patético que la izquierda internacional, con pocas excepciones (en particular la IV Internacional, a través de la resolución mayoritaria en su último congreso mundial) sea incapaz de elevarse al nivel de este importante desafío. Debería defender una posición de principio clara:
– apoyo a los pueblos que luchan por su legítimo derecho a la autodeterminación;
– en Palestina, Ucrania y en todas partes, la ocupación es un crimen;
– derecho de los pueblos a defender sus derechos, incluso con armas.
En cambio, la mayor parte de la izquierda se ha empantanado en cálculos geoestratégicos que la llevan a elegir uno de los bandos estatales presentes contra el otro, en nombre del “mal menor”. Algunos eligen el bando de Occidente, otros eligen el bando de sus rivales. A veces abiertamente – hay «comunistas» prorrusos -, la mayoría de las veces en nombre de un falso pacifismo («no armas para Ucrania»… pero «el pueblo palestino tiene derecho a defenderse con armas»). Una posición revolucionaria consiste, por el contrario, en elegir siempre el bando de los pueblos en lucha, independientemente del “bando” del Estado que los oprime.
La izquierda se dice “internacionalista”. Por lo tanto, hay que recordar, ¡desgraciadamente!, ¡que esta posición de principio constituye precisamente la base del internacionalismo! “Proletarios de todo el mundo, uníos”: este eslogan se dirige a los pueblos, a las personas que los componen, no a sus líderes, ¿verdad? No implica en sí mismo ningún apoyo político a ellos, ninguna alineación acrítica sobre su orientación. Concretamente, se trata de apoyar al pueblo palestino a pesar de Hamas (¡y de la marioneta “Autoridad Palestina”! ¡y del papel de los mulás iraníes!). También se trata de apoyar al pueblo ucraniano a pesar de Zelensky y su política neoliberal pro-OTAN.
Precisión n°1: esta posición de principio debe liberarse de toda contabilidad macabra. Un crimen contra la humanidad es un crimen contra la humanidad, independientemente de su magnitud. El bombardeo de civiles en Mariupol o Kiev no es “más aceptable” que el bombardeo de civiles en Gaza. La deportación-rusificación de las y los niños ucranianos no es “más aceptable” que la masacre de los niños de Gaza. ¿Hay “doble rasero” en las posiciones occidentales sobre Gaza y Ucrania? ¡Sí, es innoble, hay que denunciarlo! Pero responder al “doble rasero” de Occidente con otro “doble rasero”, simétrico del primero, es indigno de una izquierda de verdad y más en general, de la ética más elemental.
Precisión n°2: esta posición de principio debe liberarse de cualquier pacifismo abstracto. Concretamente, el derecho de los pueblos a la autodeterminación y a la autodefensa implica decir tanto “Sí a las armas para Ucrania” como “ Stop arming Israel”, al tiempo que se opone al proyecto “Rearm Europe” y a otras políticas de remilitarización imperialista. No es fácil, pero no hay otro camino para las y los anticapitalistas-internacionalistas.
Empecé este post escribiendo que Putin se frota las manos. En cierta medida, Netanyahu también se las frota. Por la misma razón: el enfoque en los horrores sin nombre infligidos en Gaza desvía la atención de los crímenes apenas menos monstruosos que Israel comete en Cisjordania (¡por no hablar de los bombardeos israelíes ininterrumpidos en el Líbano, en Siria, con total impunidad!). Sin contar los regímenes árabes (Arabia Saudita, Emiratos, Egipto, Marruecos…), que solo tienen un deseo: ser lo más discretos posible con la esperanza de monetizar su colaboración en el “nuevo Oriente Medio” que saldrá del póquer mentiroso entre los imperios. Sobre las espaldas del derecho de todos los pueblos
Comentarios
Martine Collin
De acuerdo, excepto por la crítica demasiado global de Zelensky… ¿de verdad crees que este pueblo invadido tiene la opción de sus alianzas?
* * *
D Tanuro
Martine Collin – Hay dos aspectos. La política neoliberal de privatizaciones y violación de los derechos sociales solo puede debilitar la movilización popular contra la invasión, por lo que nuestros camaradas de Sotsialnyi Rukh y los sectores sociales luchan en dos frentes. Sobre la OTAN, se puede entender que los pueblos de países que han sufrido el dominio zarista y luego estalinista, ven a la OTAN como una garantía anti-invasión. Pero la solidez de esta garantía disminuye y, sobre todo, solo podemos expresar oposición a este reflejo, debido a la naturaleza misma de la OTAN, como alianza imperialista. Tácticamente, no es nada fácil, obviamente (¡también lo hemos visto en Suecia y Finlandia!). Es necesario desarrollar los argumentos adecuados en función del contexto, en particular emparejando esto, creo, a la disolución de todas las alianzas militares.
2025/07/06
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Traducción: A. Modela
