Mireille Sève//
A lo largo de este año de intensos ataques israelíes contra la Franja de Gaza, es cada vez más aceptado y legítimo hablar de un genocidio en curso. Pero ¿qué pasa con el reconocimiento del ecocidio y de la abrumadora responsabilidad de Israel?
“Una de las consecuencias dramáticas de la guerra en Gaza ha sido la violación masiva del derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible… lo que representa un grave riesgo para la existencia, así como para el disfrute de todos los demás derechos. La región también está experimentando graves consecuencias climáticas que podrían empeorar aún más”, afirma Astrid Puentes Riaño, Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho humano a un medio ambiente sano. La destrucción medioambiental en Gaza viola numerosas leyes y convenciones internacionales destinadas a proteger el medio ambiente durante los conflictos armados. El Estatuto de Roma y los Convenios de Ginebra especifican que la destrucción intencionada del medio ambiente puede constituir un crimen de guerra.
El concepto de «ecocidio» ha sido propuesto por expertos y ONG para describir la destrucción deliberada del medio ambiente de Gaza. “La destrucción de la tierra es una práctica genocida sistemática, al igual que la destrucción de la producción de alimentos, de las escuelas, de los hospitales”, afirma Lucía Rebolino, de Arquitectura Forense. En su sitio web podemos leer: “Nuestro análisis revela que esta destrucción es un acto de ecocidio generalizado y deliberado que ha exacerbado la catastrófica hambruna que persiste en Gaza y es parte de un patrón más amplio de privar deliberadamente a las y los palestinos de recursos esenciales para su supervivencia”.
La escala y el impacto a largo plazo de la destrucción han incitado a reclamar la apertura de una investigación como un posible crimen de guerra y se clasifique en la categoría de ecocidio, que cubre el daño causado al medio ambiente mediante acciones deliberadas o por negligencia.
El ecocidio no está reconocido como delito en todo el mundo. La Unión Europea acaba de incluir el término en la legislación europea a principios de año, siendo el primer organismo internacional que reconoce este delito. Sin embargo, otros países, como Vietnam en 1990, ya lo habían reconocido.
Se define como “un crimen contra la humanidad cometido por destrucción del medio ambiente natural, en tiempos de paz o en tiempos de guerra” /1.
Pero Israel intenta justificarse: “El ejército no daña intencionalmente las tierras agrícolas y se esfuerza por evitar cualquier impacto en el medio ambiente en ausencia de una necesidad operativa. Pero Hamás a menudo opera desde huertos, campos y tierras de cultivo” /2.
Sin embargo, según el principio de humanidad, existe la obligación de no causar sufrimientos inhumanos y evitables a los civiles y al medio ambiente. E Israel podría ser procesado ante la Corte Penal Internacional o la Corte Internacional de Justicia. Además, la ONU ha abierto una investigación sobre la destrucción del medio ambiente. Pero estos pasos llevarán tiempo y habrá que esperar hasta el final de la guerra para conocer sus conclusiones.
En Gaza, el medio ambiente es la víctima silenciosa de la guerra
Paisajes remodelados con cráteres y ruinas. “Actualmente estamos viviendo una catástrofe ambiental que provocará otros desastres en el futuro. Cuando los tanques entran en nuestra tierra, también destruyen su fertilidad”, dice Samar Abou Saffia, un activista medioambiental de Gaza.
“El medio ambiente no es sólo un daño colateral, sino un objetivo del ejército israelí”, afirma Lucía Rebolino, coautora de un estudio de Forensic Architecture , un colectivo que trabaja con datos satelitales de código abierto.
Un estudio conjunto realizado por Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Unión Europea estima en más de 1.500 millones de dólares (alrededor de 1.400 millones de euros) los daños causados en la agricultura, los recursos naturales y las infraestructuras de tratamiento de residuos, sin contar siquiera la restauración y reconstrucción del medio ambiente.
Pero en realidad todo esto no empezó el 7 de octubre. Estas destrucciones han sido una parte integral de la estrategia israelí durante al menos diez años. Durante las guerras de 2014 y 2021, Israel ya había atacado instalaciones agrícolas, pero a menor escala. “Hemos observado regularmente que los aviones israelíes arrojaban herbicidas en las zonas agrícolas fronterizas al principio y al final de las temporadas de cosecha de 2014 a 2019, aprovechando los vientos favorables para atacar el mayor número posible de superficies”, testifica Lucia Reboline.
La actual guerra en Gaza está dañando gravemente el medio ambiente, con consecuencias para el aire, el agua y la tierra, así como para todos aquellos que dependen de ellos:
– Las emisiones inmediatas de carbono derivadas de la guerra se estiman en 536.410 toneladas de dióxido de carbono durante el primer trimestre de la guerra. Esta cifra supera la huella de carbono anual de muchas naciones vulnerables en el terreno climático.
– El aire está contaminado por disparos de armas químicas. El fósforo blanco provoca, entre otras cosas, una reducción de la productividad de la tierra. Un estudio angloamericano estima que en dos meses las emisiones de gases de efecto invernadero equivaldrían a la combustión de al menos 150.000 toneladas de carbón.
– Los recursos hídricos están seriamente comprometidos, la red de agua potable estaba tambaleante. Actualmente se encuentra en una situación aún más crítica. En abril de 2024, las personas residentes en Gaza tenían acceso a entre 2 y 8 l/persona/día, frente a los 85 l/persona/día antes de octubre de 2023 /3. Las aguas residuales no tratadas desembocan diariamente en el mar, causando importantes daños a la flora y la fauna submarinas, advierte la ONU.
– La degradación de la tierra y del suelo, además de la destrucción de granjas y tierras agrícolas, sumada a 17 años de bloqueo, que privó a la región de insumos agrícolas, ha provocado una grave inseguridad alimentaria. Parece muy probable que los suelos agrícolas de Gaza estén contaminados con metales pesados y otras sustancias químicas asociadas con equipos y municiones militares.
– Los olivos, esenciales para Palestina debido a su profundo significado cultural y económico, fueron atacados deliberadamente por los militares. Este año no habrá cosecha, “la celebración de un nacimiento, que prueba que pertenecemos a esta tierra y que ella nos pertenece”, escribe Rami Abou Jamous en su cuaderno de bitácora /4.
– La flota pesquera quedaría destruida en un 70%.
Han surgido vertederos improvisados por toda la Franja de Gaza. “Gracias a las imágenes de satélite podemos observar cómo miles de contaminantes se infiltran en el suelo y en las aguas subterráneas, e incluso cómo los vapores tóxicos hacen que el aire sea irrespirable”, explica Wim Zwijnenburg, investigador sobre los efectos de los conflictos en el medio ambiente en la organización holandesa PAX. A esto se suman 37 millones de toneladas de escombros que, según estimaciones de la ONU, fueron creados por los bombardeos. «Eso es más que toda Ucrania en dos años», subraya.
Israel debe asumir los costos de la destrucción ambiental según el derecho internacional
Aunque el medio ambiente natural está protegido por el derecho internacional humanitario, sigue siendo una “víctima silenciosa de la guerra”. Pero la ley también exige que Israel asuma el costo de reconstruir Gaza, dada su responsabilidad como potencia ocupante. Cuando la posible reparación de una destrucción sin precedentes en Gaza se estima en decenas de miles de millones de dólares y varias décadas.
Notas
1/ Sitio web del Senado
2/ The Guardian, 6 de junio de 2024
3/ Las investigaciones revelan que 20 l/persona/d representa la cantidad mínima de agua potable necesaria para garantizar los niveles mínimos esenciales para la salud y la higiene.
4/ Publicado en Oriente XXI
Palestine Solidarité /(PAL SOL) n°90, octubre 2024
https://www.france-palestine.org/L-ecocide-une-pratique-genocidaire-systematique
Traducción: F.E.