Dan La Botz//
El debate actual en gran parte de la sociedad estadounidense se centra en la cuestión de si Donald Trump está preparando o no un golpe de Estado. Este debate es omnipresente, desde programas de entrevistas de televisión populares hasta revistas políticas sofisticadas.
Bill Maher, el presentador liberal de Real Time, un programa de debate con medio millón de espectadores, ha dicho que el gobierno de Trump estaba acostumbrando a las y los norteamericanos a ver a las fuerzas policiales enmascaradas, personas secuestradas en la calle y soldados en las calles de Washington, D.C. Ha descrito esto como un «golpe de Estado lento» y sugerido que, incluso si los demócratas ganaran las elecciones de 2026, es posible que no pudieran asumir sus funciones; comentarios ampliamente difundidos por los medios nacionales. La revista liberal Foreign Policy hizo la siguiente pregunta: «¿Trump está llevando a cabo un autogolpe de Estado?”. En febrero, The Guardian publicó un editorial titulado “La toma del poder de Donald Trump: un golpe de Estado velado por el caos”.
Las pruebas se acumulan
A día de hoy se acumulan las pruebas de que Trump podría intentar llevar a cabo un golpe militar. Trump ha empezado la guerra contra las y los estadounidenses. Ha movilizado a la Guardia Nacional para patrullar Los Ángeles y Washington, D.C., y también ha enviado a 700 marines a Los Ángeles. Ahora planea recurrir a la Guardia en Chicago, aunque el gobernador de Illinois, J.B. Pritzker y el alcalde de Chicago, Brandon Johnson, dicen que no es necesario. Trump planeaba enviar tropas a Portland, Oregón, afirmando que «la ciudad parece una zona de guerra», pero un juez federal ha bloqueado estos planes al menos temporalmente.
Para las y los migrantes, el golpe de Estado ya ha tenido lugar
Trump utiliza las manifestaciones contra el ICE (policía de fronteras e inmigración) para justificar el envío de la Guardia Nacional o soldados. Se estima que hay catorce millones de personas inmigrantes indocumentadas en los Estados Unidos; ahora viven en un estado policial. Para ellos y ellas ya se ha producido un golpe de Estado. Los 5.600 agentes armados y enmascarados que operan en todo el país detienen ahora a unas 60.000 personas al día. Unos 400.000 inmigrantes fueron expulsados o, bajo la presión del gobierno, se autoexpulsaron en septiembre. Este verano, el Congreso votó un presupuesto adicional de 76.500 millones de dólares para el ICE, que está reclutando a 10.000 nuevos agentes encargados de las expulsiones.
Trump sabe que en los estados demócratas, las detenciones del ICE en los campos, las fábricas y las escuelas provocarán protestas, y utiliza estas protestas para justificar el envío de la Guardia Nacional o de tropas.
Guerra interna contra sus oponentes políticos
Trump ahora también se enfrenta al “enemigo interno”, es decir, a sus oponentes políticos. En un memorando presidencial del 25 de septiembre titulado «Lucha contra el terrorismo interno y la violencia política», Trump respondió a la acusación de que era fascista diciendo: «Esta mentira «antifa» se ha convertido en el grito de guerra utilizado por los terroristas nacionales para llevar a cabo un ataque violento contra las instituciones democráticas, los derechos constitucionales y las libertades fundamentales estadounidenses. Los puntos en común que animan este comportamiento violento son el antiamericanismo, el anticapitalismo y el anticristianismo; el apoyo al derrocamiento del gobierno estadounidense; el extremismo en materia de migración, raza y género; y la hostilidad hacia quienes tienen opiniones tradicionales estadounidenses sobre la familia, la religión y la moralidad”.
En su discurso pronunciado en una reunión sin precedentes de 800 generales y almirantes estadounidenses convocados a una reunión especial el 1 de octubre, Trump ha dicho que las ciudades dirigidas, según él, por demócratas de izquierda radical – San Francisco, Chicago, Nueva York, Los Ángeles – eran «lugares muy peligrosos, y las volveremos a poner en marcha una por una. Y esto va a ser una tarea importante para algunas de las personas presentes en esta sala. También es una guerra. Es una guerra interior”. Y ha declarado que “deberíamos usar algunas de estas ciudades peligrosas como campos de entrenamiento para nuestro ejército, la Guardia Nacional, pero especialmente el ejército, porque muy pronto entraremos en Chicago”.
Por lo tanto, parece que corremos el riesgo de enfrentarnos a una forma de golpe de Estado, pero si este es el caso, muchas ciudades y estados, así como millones de personas, resistirán.
* Dan La Botz, activista de DSA (Democratic Socialists of America)
Hebdo L’Anticapitaliste – 770 (09/10/2025)
Traducción: Satorzulogorria
