satorzulo gorria

Franco Turigliatto

A pesar del fracaso de los referendos, se anuncia una nueva secuencia de movilización en Italia por los salarios, por la paz, contra las leyes de explotación y la extrema derecha.

Los referendos sobre el trabajo y la ciudadanía no alcanzaron el quórum necesario (50% + 1) para ser válidos. Es una derrota para la clase trabajadora, que confirma el clima político deletéreo, marcado por un individualismo en el que el estómago blando, pasivo y colérico de la sociedad ha ganado. La derecha gobernante sale fortalecida de esta votación, habiendo apostado por la abstención para hacer fracasar los referendos.

La extrema derecha y la patronal han destilado su veneno

En realidad, solo el 30% de los votantes elegibles, es decir, unos 15 millones de personas, votaron; entre ellos, alrededor de 12 millones votaron a favor de las cuatro preguntas planteadas por la CGIL (entre el 87% y el 89%), pero solo 9 millones (65%) apoyaron la propuesta sobre la ciudadanía, que habría permitido a un millón y medio de inmigrantes solicitar la nacionalidad más rápidamente, en otras palabras, la igualdad de derechos con otros trabajadores italianos. El veneno de la división destilado por la Liga de Salvini y las fuerzas cercanas a la patronal ha producido sus efectos.

Fuerte desafección y debilidad del movimiento obrero

Para entender esta votación, también hay que recordar que en las elecciones europeas de 2024 la participación ya había sido muy baja (apenas más del 50%). Los 15 millones de votantes ni siquiera representan a todos los empleados (alrededor de 19 millones), sin contar ni siquiera a las y los jubilados, desempleados y quienes trabajan en negro.

De las 20 regiones italianas, solo la Toscana y la Emilia (regiones históricamente de izquierda o centro-izquierda) se acercan a la marca del 40%, seguidas de cerca por el Piamonte, donde la CGIL pudo llevar a cabo una campaña de proximidad; los resultados en las regiones del sur y Trentino son los peores (22%). En las grandes ciudades la participación es muy superior a la media nacional, aunque ninguna ha superado el umbral del 50%. Turín se acerca al 40%, Milán 36%, Bolonia 44,61%, Florencia 45,96%, Génova 38,48%, pero Roma solo está en el 33,96% y Nápoles en el 31,76%. El voto en las diferentes zonas de las ciudades es muy diverso.

Italia ya ha tenido grandes victorias en los referendos (divorcio, aborto, energía nuclear, agua pública), pero aquellas campañas se basaron en una hegemonía construida por los sectores avanzados de la clase trabajadora y los movimientos sociales. Utilizar hoy esta herramienta en un contexto tan diferente fue una opcion muy controvertida, incluso irreflexiva, por parte de la CGIL, incluso si toda la izquierda social y política se comprometió plenamente con ella.

Recomenzamos con las luchas contra el rearme y por los salarios

La discusión sobre la votación rápidamente ha dado paso a otras urgencias: los vientos de guerra dominan ahora el debate político y social. Pero los sectores activos de la sociedad y del mundo laboral tienen dos citas esenciales que permitirán medir el impacto de esta derrota:

– la manifestación nacional contra el rearme y por Palestina (y más en general contra la guerra) el 21 de junio en Roma;

– la huelga en la metalurgia, el día anterior, que afecta a 1,6 millones de trabajadoras y trabajadores que llevan meses luchando por su contrato.

Los sindicatos de base convocan ese día una huelga general con el lema: «¡Bajen sus armas, aumenten los salarios!”

Resistir frente al capital y a la extrema derecha

Más allá de los resultados, el mérito de esta campaña es haber reabierto el debate sobre el trabajo y la ciudadanía: en los mercados, en los barrios, en los lugares de trabajo, hay que impugnar dos leyes: la Jobs Act/Ley de Empleo y la actual Ley de Ciudadanía, verdaderos pilares de la explotación.

Volvemos a empezar desde la sociedad y los lugares de trabajo, tratando de activar a los 9 millones de personas que apoyaron el contenido de clase y unidad de la campaña. Siguiente paso: construir una temporada de luchas por los salarios, la seguridad en el trabajo y los derechos civiles y sociales, para desactivar la dinámica perversa de desmoralización e individualismo. El viernes y el sábado serán dos días decisivos para poner a prueba la fuerza del movimiento de oposición a las políticas liberales y destructivas del capital y de la extrema derecha.

Semanario L’Anticapitaliste – 759 (19/06/2025)