Dan La Botz //
El fascismo se ha convertido en un tema central de las elecciones presidenciales estadounidenses, en gran parte debido a las recientes declaraciones de Donald Trump de que usaría el ejército para suprimir al «enemigo interno» compuesto por «locos radicales de izquierda».
Aquí se refiere a su rival Kamala Harris, a quien ha calificado repetidamente de «loca de izquierda radical». También calificó de «enemigo interno» al diputado demócrata Adam Schiff, que dirigió el primer juicio político de Trump y que ahora es candidato al Senado.
Trump y el uso del ejército
Cuando se le preguntó en una entrevista televisiva sobre la posibilidad de que el proceso electoral se vea interrumpido por agitadores externos, Trump respondió: “Creo que el mayor problema es el enemigo del interior. Tenemos gente muy mala. Tenemos enfermos, locos de la izquierda radical ”. Pero, agregó, “este asunto debería ser muy fácilmente manejado, si es necesario, por la Guardia Nacional o, si es realmente necesario, por el ejército, porque no pueden permitir que eso suceda”.
Varios comentaristas han señalado que el uso del ejército para reprimir a los opositores políticos es similar a lo que llamamos fascismo. Y, para mucha gente, no hay duda de que el uso de este poder contra las y los ciudadanos estadounidenses parece ir más allá de las declaraciones anteriores de Trump de que utilizaría la policía y la Guardia Nacional para reunir a las y los inmigrantes, colocarlos en campos de concentración y luego expulsarlos.
El comentario del general Mark A. Milley, ex presidente del Estado Mayor Conjunto bajo Trump, según el cual el expresidente era «fascista hasta la médula de los huesos», como cuenta el famoso periodista estadounidense Bob Woodward en su nuevo libro, también contribuyó a esta discusión. La propia Harris citó la declaración de Milley y, en otras ocasiones, acordó que Trump podría ser calificado de fascista. El presidente Joe Biden ya había calificado el movimiento de Trump de «semifascista» en 2022.
Confusión entre quienes van a votar
Sin embargo, la afirmación de que Trump es un fascista podría no conmover a muchos votantes estadounidenses. La lucha de Estados Unidos contra los fascistas de Benito Mussolini y los nazis de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial es ahora historia. Solo entre el 1% y el 2% de estadounidenses mayores de 85 años tienen un recuerdo directo de estos eventos. Además, el pueblo estadounidense tiene un conocimiento notoriamente vago de la historia y la mayoría nunca ha pensado en la cuestión del fascismo y su significado. Durante años, los políticos y la prensa consideraron que calificar a alguien de fascista era de mal gusto, mientras que, para la población en general, calificar a alguien de fascista simplemente significaba que era malo.
La situación también se complica por el hecho de que Trump llamó regularmente a Kamala Harris “marxista, comunista, fascista, socialista”. El cocandidato de Trump, el senador J.D. Vance, dijo que las afirmaciones de la demócrata de que Trump es un autoritario o un fascista están en el origen de los dos intentos de asesinato de los que fue objeto.
El fascismo: una palabra que no aclara nada
La izquierda no siempre ha ayudado a aclarar el tema del fascismo. En las décadas de 1960 y 1970, las corrientes izquierdistas tendieron a usar la palabra indiscriminadamente: los racistas del sur eran fascistas, la guerra de Vietnam era fascista, el alcalde de Chicago de 1989 a 2011, Richard Daley, era fascista, y para algunos, todo el sistema político estadounidense era fascista. Durante cuarenta años, el Partido Comunista y los grupos maoístas declararon en cada elección presidencial que el candidato republicano era un fascista y que había que votar demócrata
Hoy en día, en grupos como Socialistas Democráticos de América (DSA), muchos de cuyos miembros han estado en la universidad, hay debates sobre el fascismo. La revista Jacobin, por ejemplo, publicó en 2019 una entrevista con Enzo Traverso sobre su libro Las nuevas caras del fascismo y su teoría del “postfascismo” para explicar a personas como Trump. En las pequeñas organizaciones socialistas y anarquistas de extrema izquierda hay discusiones serias y prácticas. Y periódicos electrónicos populares como Truthout han publicado muchos artículos. Sin embargo, para la mayoría de estadounidenses, la palabra fascismo no aclara nada.
Si Trump es elegido, lo cual es muy posible, y resulta ser el fascista que creemos que es, no estaremos teórica y prácticamente preparados ni preparadas.
24/10/2024