La Unión Europea es como Madame Bovary”
Rami Abou Jamous//

Khan Younès, 13 de mayo de 2025. El personal del hospital inspecciona los daños en el interior del hospital Nasser, tras un ataque israelí en el que el periodista palestino Hassan Aslih, herido el mes pasado, murió junto con varias otras personas. Eyad BABA / AFP
La semana pasada tuve que ir a vacunar a Ramzi, mi hijo de tres meses. Empecé a buscar. Me dijeron que ya no había vacunas en lo que quedaba del sector público. Entonces alguien me dijo: «Tal vez tengan algunas en la UNRWA. Tienen un centro de vacunación en una de sus escuelas”. Dudé mucho antes de ir allí, porque, como todos los habitantes de Gaza, sé que las escuelas, convertidas en centros de acogida para las personas desplazadas, son objetivos del ejército de ocupación. Son bombardeadas a diario. Por supuesto, puedes decirte: “esta escuela es una clínica donde vacunamos a los niños, no la van a bombardear”, lo que sería hacerse muchas ilusiones.
Pero aún así decidí arriesgarme. Le dije a Sabah: “Lo haremos lo más rápido posible. Si hay mucha gente, nos daremos la vuelta, no debemos quedarnos mucho tiempo allí, es demasiado peligroso”. Al llegar descubrimos, en efecto, una antigua escuela convertida en refugio para personas desplazadas, como los demás establecimientos de la UNRWA. Había cientos, tal vez miles de personas allí, estaban por todas partes, incluso habían instalado tiendas de campaña en el patio. La planta baja y el primer piso estaban abarrotados de hombres, mujeres y niños, amontonados uno sobre el otro. En todas partes, ropa en los cables. Esta ropa no había sido lavada, ya no hay suficiente agua y ni detergente. La gente la cuelga en el aire caliente, para secarla un poco. Eso es todo lo que puede hacer.
Muchos recién nacidos se han quedado sin vacunación
Pregunté dónde estaba la clínica. Me dijeron: “Hay que subir al segundo piso”. Allí, una clase se transformó en una consulta médica. Una hoja pegada en la puerta decía “médicos generales”. La palabra “farmacia” estaba escrita en la puerta de una segunda clase, frente a la cual mucha gente hacía cola. ¿Pero para las vacunas? “Está en el techo”, me dijeron las personas que estaban allí. Así que subimos al techo, donde tambien vimos tiendas de campaña y lonas, pero estas albergaban los lugares de vacunación. Y en un rincón, otra cola. Esta vez, era la cola para las vacunas.
Quería saber si valía la pena esperar. Un hombre que organizaba la cola me preguntó qué tipo de vacuna buscaba. Dije “la vacuna de los tres meses”, e inmediatamente obtuve la respuesta: “No quedan”. De todos modos, le pregunté a la enfermera. Le mostré la cartilla de vacunación de Ramzi, y me dijo: “Lo siento, no tenemos más, y no vale la pena buscar en otra parte, no encontrarás ninguna en ninguna parte de la Franja de Gaza”.
Estaba a la vez aliviado y consternado. Aliviado de no tener que esperar con el riesgo de ser asesinado por un bombardeo, y al mismo tiempo consternado por no poder encontrar una vacuna para mi bebé. De nuevo, Ramzi había tenido la suerte de vacunarse dos veces, la de una semana y la de un mes. Muchos recién nacidos no han sido vacunados con ninguna.
La ayuda humanitaria no es solo comida y agua
Mi hijo es solo un ejemplo entre cientos de miles de otros casos: personas que sufren enfermedades crónicas, especialmente cánceres y enfermedades cardíacas y todas las enfermedades crónicas que requieren seguimiento y material especializado. Las y los pacientes que necesitan diálisis regulares mueren lentamente y en silencio por falta de atención. El único establecimiento que tenía un servicio de oncología, el Hospital Turco, estaba en el corredor de Netzarim. Fue demolido por el ejército de ocupación. El Hospital Europeo podía proporcionar ciertos tratamientos; fue bombardeado hace un mes y está fuera de servicio.
Lo mismo ocurre con los medicamentos. Ya no se encuentra prácticamente de nada, ya sea en las farmacias privadas o en el sector público. La gente herida ya no puede ser atendida. Ya casi no hay hospitales en el norte. Uno de los últimos en funcionar, el hospital Al-Awda, dirigido por una organización sin ánimo de lucro, fue evacuado anteayer. En la ciudad de Gaza, el hospital Shifa está fuera de servicio. Se ha creado un pequeño hospital de campaña junto a sus escombros, pero trata a alrededor del 10% de los pacientes gestionados anteriormente por este gran centro. El otro centro hospitalario importante, el Hospital Bautista, funciona al 20% de sus recursos en tiempos normales. Los hospitales de campaña montados por ONG internacionales también sufren esta falta de material y de medicamentos.
La escasez de medicamentos también nos afecta. Sabah, mi esposa, es asmática. Necesita un inhalador llamado Foster, que ha desaparecido, y el humo del horno de arcilla en el que cocina no arregla las cosas, sobre todo porque allí también está amamantando a Ramzi. Nuestra querida amiga Marine Vlahovic lograba enviarnos Foster gracias a sus contactos. Ya no es de este mundo, que descanse en paz, no dejo de rendirle homenaje. Para mí, Marine, es un rayo de sol que nunca se apagará.
En este momento se habla mucho de ayuda humanitaria para Gaza; los centros de distribución de alimentos, gestionados por una empresa estadounidense, están abriendo en el sur, lo que no impide que el ejército israelí dispare de vez en cuando a los habitantes de Gaza que se acercan a ellos. Pero la ayuda humanitaria no es solo comida y agua.
Si Europa y Francia realmente quieren actuar, pueden hacerlo
Pero después de haber dicho todo esto, hay que decir que la situación en Gaza no se reduce a un problema humanitario. Es un problema político. Desde hace dos o tres semanas empiezo a escuchar un cambio de discurso de los líderes de los países europeos. No sé si finalmente se han despertado, si ahora se dan cuenta de lo que está pasando en Gaza y en Palestina en general. En cualquier caso, las posiciones evolucionan, y el vocabulario también; todavía no se habla de genocidio, pero escuchamos palabras nuevas, como “inaceptable”.
¿Han hecho falta veinte meses de guerra para que despierten? Me recuerdan a la señora Bovary, a la que estudié en el instituto. Mis recuerdos son lejanos, pero me había impresionado la historia de esta burguesa de provincias que vivía en un mundo imaginario, y acababa chocando con la realidad, sobre la que no tenía ningún control. La Unión Europea es como Madame Bovary. Pero finalmente, nunca es demasiado tarde para denunciar un genocidio.
También veo un cambio en los medios de comunicación franceses. Se habla cada vez más de Gaza. Me pregunto si algunos medios de comunicación han esperado la luz verde de los gobiernos, o es al revés, ¿los medios de comunicación que influyen en los gobiernos? En cualquier caso, la tendencia actual es hablar de Gaza, y es este cambio de discurso lo que me interesa. Como dice el humorista Pierre-Emmanuel Barré en Radio Nova, a quien escucho a menudo cuando tengo conexión, “Hoy, Guillaume Meurice ya no terminaría en Radio Nova” /1. Por supuesto, no es suficiente.
Si Europa y Francia realmente quieren actuar, pueden hacerlo. Incluso Madame Bovary puede actuar, si acepta ensuciar sus hermosos vestidos rozándose con la realidad. No está conseguido. Para tomar sanciones, la Comisión Europea debe reunirse, eso lleva su tiempo. Necesitamos una posición europea unida. Es necesario, es necesario, es necesario. Y por casualidad, cuando se trata de Palestina, se necesita… mucho tiempo. Mientras que, en el caso de Ucrania, ni siquiera se necesitaron tres o cuatro días. Pero se pueden hacer muchas cosas sin pasar por la Comisión Europea, a nivel bilateral. Por ejemplo, se puede llamar al embajador, se puede expulsar a los embajadores israelíes. Además, hay países europeos que ya han anunciado el reconocimiento del Estado palestino; España ha cancelado un contrato de venta de armas a Israel.
Se puede acusar a Israel de matarnos de hambre, pero no de cometer un genocidio
Pero, repito, no es solo una crisis humanitaria. No somos palomas enjauladas a las que basta con alimentar, y el problema está resuelto. Nos movilizamos contra el hambre, pero la tortura, las masacres, las carnicerías, las “israelíadas” es algo que parece normal; podemos acusar a Israel de matarnos de hambre, pero no de cometer un genocidio. No sé por qué los políticos son alérgicos a esta palabra. Ya ha habido varios genocidios en la historia, la palabra no pertenece a un solo pueblo.
Hemos sido masacrados y ocupados desde 1948, y esto continúa en Gaza. Y en Cisjordania es peor. Está siendo anexionada poco a poco por Israel. Cuando se acusa a las y los palestinos de querer borrar a Israel, de no querer vivir con los israelíes, es como acusar a los gatos de querer matar a todos los leones del barrio. Nadie quiere ver que son los leones los que no solo matan a los gatos, sino que quieren echarlos a todos de su pequeño pedazo de tierra.
Y no solo eso. No solo sueñan con ampliar su terreno hasta el Jordán, sino hasta el Éufrates. Ya no dudan en decirlo. Lo ponen en logotipos, en mapas… Y nadie dice que este tipo de discurso es terrorismo, que es inaceptable. Mientras que nosotros, cuando queremos vivir en paz y liberar nuestro territorio ocupado, somos terroristas.
Es cierto que nos estamos muriendo de hambre, pero también estamos muriendo bajo las bombas y proyectiles. Detened esta ocupación, liberad a Palestina, aceptad dos Estados. Cuando se produjo el acuerdo de reparto de Palestina, todo el mundo reconoció a Israel, pero nadie reconoció a Palestina. Y el mundo ha reconocido un Estado sin fronteras. ¿Quién puede decir dónde están las fronteras de Israel? ¿El derecho internacional? ¿Las Naciones Unidas? ¿La Unión Europea? ¿Pueden los propios israelíes saberlo? Habláis y habláis, pero solo de las cosas que os convienen. Nadie habla de la equidad y la justicia.
3/06/2025
https://orientxxi.info/dossiers-et-series/l-union-europeenne-c-est-madame-bovary,8266
Traducción: Faustino Eguberri
Notas
1/ Guillaume Meurice, periodista expulsado de France Inter por una broma sobre el “prepucio de Netanyahu”, también trabaja hoy en esta radio independiente.