
Londres, Redbridge, 7 de mayo de 2024. Fresco mural del colectivo de artistas Creative debuts, inspirado en una foto de Suhail Nassar. De izquierda a derecha, los periodistas de Gaza Mohamed Al Masri, Ali Jadallah, Hind Khoudary y Abdelhakim Abu Riash. Arriba también está pintado “Heroes of Palestine” (Héroes de Palestina). Daniel Leal
“No se atreven a pronunciar la palabra “genocidio””
(Rami Abou Jamous)//
Rami Abou Jamous escribe su diario para Orient XXI. Fundador de GazaPress, una oficina que proporcionaba ayuda y traducción a los periodistas occidentales, tuvo que abandonar en octubre de 2023 su apartamento en la ciudad de Gaza con su esposa Sabah, sus hijos y su hijo Walid, de dos años y medio, bajo la presión del ejército israelí. Refugiados desde entonces en Rafah, Rami y los suyos tuvieron que volver a su exilio interno, atrapados como tantas familias en este enclave miserable y superpoblado. Recibió, por este diario de a bordo, dos premios en el Premio Bayeux para corresponsales de guerra, en la categoría de prensa escrita y premio Ouest-France. Este espacio está dedicado a él desde el 28 de febrero de 2024.
El lado positivo del Premio Bayeux, del que estoy orgulloso de haber recibido tres premios, es que la mirada de los medios de comunicación ha evolucionado. Un periodista palestino ha sido coronado, lo que significa que uno puede ser palestino y periodista. Pero, para muchos medios de comunicación, la desconfianza continúa. Ciertamente, hay periodistas palestinos, pero en Gaza están controlados y censurados por Hamas, ¿verdad? ¡Ya sabemos que no pueden describir la realidad, porque están intimidados y amenazados por Hamas!
No sé de dónde viene esta obstinación de querer cuestionar absolutamente todo lo que dicen las y los periodistas palestinos. A menos que critiquen a Hamas y, mejor aún, si lo insultan. En este caso, son verdaderos periodistas.
Cada vez que me entrevistan, se repite la misma pregunta: «Estás censurado, ¿verdad? ¿No puedes escribir ni filmar lo que quieras?” Cuando respondo que no, a menudo no se acepta, porque no se corresponde con lo que se quiere escuchar. ¡Hablar mal de Hamas, eso si que es una buena respuesta! Si no se hace, es porque se está bajo amenazas. Es realmente extraño este doble estándar. Es mucho más grave que la censura.
¿La censura? Hay en otros sitios
Sí, antes de la guerra, Hamas intentaba censurar a las y los periodistas. Había problemas, y yo mismo los experimenté. A veces dejé de trabajar por culpa de Hamas. Pero desde el comienzo de esta guerra, no hay censura. Pero la hay en otros en otros lugares. En Cisjordania, la Autoridad Palestina intenta censurar a la prensa. En Israel existe la censura militar, está prohibido hablar de ciertos temas relacionados con el ejército y sus operaciones. En los territorios palestinos, la censura israelí está en todas partes. Y no se anda por las ramas. ¿Le disgustan los reportajes del canal Al-Jazira? Los soldados invaden sus oficinas en Ramallah, en territorio palestino, y las cierran, como cerraron sus oficinas en Israel. Los periodistas extranjeros tienen prohibido entrar en Gaza, excepto en raras ocasiones, a bordo de un blindado israelí. ¿Eso no es censura?
La censura israelí a veces se ejerce de forma más radical. Con fusiles, drones o bombas. Desde el comienzo de la guerra 172 periodistas palestinos han sido asesinados, muchos de ellos precisamente por serlo, en el ejercicio de su profesión. Las oficinas de varios medios de comunicación fueron bombardeadas, incluidas las de agencias internacionales como AFP y Reuters.Sin embargo, nunca se le pregunta a un periodista israelí si puede hablar libremente de todos los temas o cuáles son sus fuentes. Un periodista israelí siempre dice la verdad. Mientras que un periodista palestino, bueno, admitamos ya que es un periodista, no puede decir la verdad, ¡porque está amenazado por Hamas!
La censura está en todas partes, incluso en Francia. Cuando dije eso una vez en un programa, el presentador me contradijo. Un proverbio árabe dice que el dromedario no ve su joroba. Sin embargo, recuerdo que en la radio pública francesa, alguien fue despedido por hacer una broma sobre el prepucio de Netanyahu1. Otro periodista, en un canal de televisión, estuvo a punto de ser despedido por no hacerle la pelota a un portavoz del ejército israelí2. Aparentemente, no había que hacerle preguntas incómodas (sí, en Gaza, incluso en medio de la destrucción, las masacres y la más completa falta de todo, a veces tenemos conexiones a Internet y sabemos lo que está pasando en el mundo). Es el trabajo de los periodistas hacer preguntas que molestan. Pero, por lo que se ve, no a un oficial israelí.
En cambio, con los palestinos hay que poner todo en duda, especialmente cuando se trata de Gaza. Hay que dudar de todas las cifras, de las personas muertas, de las desplazadas, de las heridas. Pero se citan sin verificar las cifras y la información del ejército israelí.
Las y los niños de gaza decapitados se pueden ver todos los días
Sin embargo, no estamos en los años 1980 o 1990. Con las redes sociales, y a pesar de la censura también en ellas, llegamos a verlo todo. Hay quienes critican a Hamas, quienes lo apoyan. Están todas las imágenes de las masacres, de las carnicerías cometidas por los israelíes, demasiado atroces para que los televisores las emitan, pero dan la vuelta al mundo en los teléfonos móviles. Los medios de comunicación occidentales no se atreven a hablar de genocidio, pero muchas personas en todo el mundo escriben la palabra en las redes sociales.
Cuando un militar israelí pretendía que cuarenta bebés habían sido decapitados el 7 de octubre, esta noticia falsa fue retomada durante un tiempo con indignación por decenas de medios de comunicación que creyeron en ella sin ver nada3. Las y los niños de Gaza decapitados, cortados por la mitad, destrozados, se pueden ver todos los días, pero la gente dice que son puestas en escena, “pallywood”4, o creaciones de inteligencia artificial. No hablo de todas y todos los periodistas, por supuesto. Sé que hay quienes hacen su trabajo, que verifican la información. También sé que hay quienes no lo hacen. Estamos sufriendo una guerra mediática que invierte la realidad, que “cuece los cerebros” de la gente, como decimos aquí. Esta guerra mediática está cambiando la conciencia de las personas que no conocen la cuestión palestina, que ni siquiera saben que hay una ocupación.
A fuerza de tener miles de canales de radio y televisión que repiten la propaganda israelí, la gente solo se informa sobre el conflicto a través del punto de vista israelí. Sabemos los nombres de las víctimas en Israel, nos muestran sus familias. En Gaza, solo somos números. No seres humanos que tienen cada uno su propia historia, sus ambiciones, sus sueños, su propia vida. Y de nuevo, estas cifras las ponemos en duda. La guerra mediática es más fuerte que los bombardeos.
Con las bombas, vemos las muertes y la destrucción. En la guerra mediática, no vemos la transformación de la mente de las personas. Es contagiosa. Los occidentales ven que nos estamos muriendo, pero no se atreven a pronunciar la palabra “genocidio”. Hay “víctimas civiles del lado palestino”. ¿Esto no es autocensura? ¿Cuándo vamos a decir la verdad tal y como es? ¿Cuándo dejaremos de contentarnos con la propaganda israelí? Si es por sesgo ideológico, enhorabuena, el trabajo está bien hecho. Pero es grave que haya quienes se autocensuran. Más grave que la censura. El resultado es una guerra mediática que hace de la víctima el agresor.
29/10/2024
https://orientxxi.info/dossiers-et-series/ils-n-osent-pas-prononcer-le-mot-genocide,7733
Traducción: Faustino Eguberri
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Palabra formada a partir de “Palestina” y “Hollywood”. Es utilizada por quienes participan en una campaña de desinformación que acusa falsamente a las y los palestinos de simular su muerte o sufrimiento en los vídeos. Ndlr OrientXXI.