El presidente Donald Trump y el multimillonario Elon Musk se han desatado, cerrando agencias gubernamentales, despidiendo a miles de trabajadores y trabajadoras y tratando de empujar a dos millones de personas empleadas federales a dimitir.
Acciones que amenazan el bienestar de millones de estadounidenses: niños, ancianos, discapacitados, funcionarios federales y otras personas que dependen del gobierno federal. Estas acciones constituyen una especie de golpe de Estado tecnocrático, en curso en la cima y dentro del propio gobierno, lo que en América Latina se llama un «autogolpe» (un golpe de Estado contra su propio gobierno), porque los técnicos de Musk, en su mayoría jóvenes a los que emplea, toman efectivamente el control requisando los sistemas informáticos del Estado. El asalto de Trump ha dejado al país en estado de conmoción y confusión.
Presión judicial
Al mismo tiempo, solo un mes después del inicio de su segundo mandato presidencial, Trump ha galvanizado resistencias tanto en los tribunales como en la calle. Estas resistencias, todavía modestas y limitadas, comienzan sin embargo a tomar el aire de un movimiento popular de masas.
Los juicios presentados ante los tribunales federales han impedido, al menos temporalmente, que Trump aplique todos sus decretos. Un tribunal federal impidió que Trump congelara miles de millones de dólares en subvenciones y préstamos. Otro impidió que Musk y su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) accedieran a los archivos del Departamento del Tesoro. Otro ha bloqueado el intento de Trump de obligar a las y los empleados federales a jubilarse. Un tribunal también le impidió poner fin al derecho de nacimiento a la ciudadanía. En algunos casos, Trump y Musk no han respetado las decisiones judiciales. El número de demandas no deja de aumentar: los estudiantes inician demandas para evitar que el DOGE se haga con el control del Ministerio de Educación y los sindicatos recurren a los tribunales para proteger los puestos de trabajo de los funcionarios federales.
Mientras tanto, decenas de millones de estadounidenses, 1.500 por minuto, llaman a sus representantes al Congreso, saturando por completo el sistema telefónico del Congreso. Llaman para quejarse de que su empleo público está amenazado, de que la asociación de la que dependen, o su empresa o finalmente ellos mismos, no ha recibido ningún pago o simplemente para denunciar lo que Trump y Musk hacen en el país.
El movimiento 50501
En la calle, decenas de miles de personas han protestado en las ciudades del país contra los decretos de Trump. Manifestaciones organizadas por un movimiento emergente llamado 50501, que significa 50 manifestaciones en 50 Estados en un solo día. Estas manifestaciones, muchas de las cuales tuvieron lugar en las capitales de los Estados, tuvieron lugar en al menos 40 Estados, tanto republicanos como demócratas, y variaron en tamaño, desde un puñado hasta cientos o miles de personas. Han abordado una gran variedad de cuestiones particulares, pero también la gran cuestión del intento de imponer un gobierno oligárquico autoritario que ignora las instituciones democráticas. En una de las manifestaciones, una mujer llevaba un cartel en el que se podía leer: “Es un golpe de Estado: ¡Enfréntate, no colabores!”
Entre las manifestaciones más importantes hasta ahora, miles de personas marcharon en Los Ángeles para protestar por la expulsión de inmigrantes por parte de Trump, bloqueando las calles y paralizando brevemente una gran autopista. En Nueva York, miles de personas, incluidos varios niños y adolescentes no binarios, se reunieron en Union Square para protestar contra el ataque de Trump a la atención de afirmación de género para niños y niñas trans.
“Alto al fascismo”
Algunas de estas manifestaciones fueron dirigidas por dirigentes del Partido Demócrata, como la senadora Elizabeth Warren, que encabezó un grupo de funcionarias y funcionarios electos, empleados federales y ciudadanos comunes que se manifestaron frente al Departamento del Tesoro. Funcionarias y funcionarios electos y demócratas también encabezaron otra manifestación en Washington DC, para protestar contra el cierre de USAID, la agencia estadounidense de ayuda y desarrollo.
Manifestantes de todas las edades, de todos los sexos y orígenes étnicos llevaron carteles que decían: “Stop Musk”, “Stop Trump”, “Detener el proyecto 2025” (el programa republicano), “Detener el golpe de Estado” y “Alto al fascismo”. Otros llevaban carteles con: “Cristianos, amad a su prójimo”. En algunas manifestaciones, las y los manifestantes llevaban la bandera estadounidense, la bandera arco iris LGBTQ, la bandera mexicana y la bandera palestina. ¿Puede este movimiento convertirse en un movimiento de millones de personas capaz de bloquear la política de Trump-Musk?
Semanario L’Anticapitaliste – 741 (13/02/2025)
Traducción: FaustinoEguberri